Las fortalezas innatas de los trabajadores neurodivergentes son un recurso a menudo desaprovechado que podría ayudar a las organizaciones a impulsar la innovación y superar retos complejos. Pero según la científica cognitiva Maureen Dunne, las organizaciones excluyen y pasan por alto de forma rutinaria el potencial de aproximadamente el 20 % de la población neurodivergente. Dunne explica cómo la neurodiversidad contribuyó a la supervivencia humana en la prehistoria y cómo puede dar a las empresas una ventaja competitiva en la actualidad. Aprenda a incluir auténticamente a las personas neurodiversas en su lugar de trabajo y conozca las fortalezas de las formas de pensar divergentes.
Las organizaciones suelen mostrar un sesgo hacia el statu quo neurotípico.
Aproximadamente una de cada cinco personas en el mundo es neurodivergente. El término es un laxo cajón de sastre para las diferencias cognitivas atribuidas a la presencia de afecciones neurológicas como el TDAH, el autismo, la dislexia, la dispraxia, la sinestesia, la hiperlexia y la discalculia. Estas diferencias no se refieren a la inteligencia ni la capacidad mental de un individuo. Las personas neurodivergentes pueden ser superdotadas intelectualmente o tener discapacidades intelectuales, al igual que las personas neurotípicas.
A pesar de constituir el 20 % de la población, las personas neurodivergentes suelen tener dificultades para desenvolverse en sistemas laborales que no han sido diseñados para ellas sino, más bien, para personas neurotípicas: aquellas con perfiles cognitivos que se ajustan más a la media estadística. Las personas neurodivergentes deberían sentirse valoradas por la diversidad cognitiva vital que pueden aportar, pero muchas organizaciones no aprovechan sus dones y talentos.
Aunque muchos lugares de trabajo afirman ser inclusivos, sus expectativas...
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