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Las 48 leyes del poder
Libro

Las 48 leyes del poder

Profile Books, 2000
Primera Edición: 1998 Mehr


Clasificación editorial

10

Cualidades

  • Innovador
  • Aplicable

Reseña

Este libro es amoral, inquietamente verdadero e indispensable. Debe estar en el librero de todo aquel que anhele algún nivel de éxito en cualquier organización o profesión. No debe acumular polvo, sino leerse regularmente de acuerdo con un plan – una ley al día, por ejemplo, asimilarla lentamente y considerarla a fondo. Robert Green recurre a una rica variedad de fuentes, incluyendo libros tan amenazantes que fueron proscritos por los antiguos chinos. Menciona las memorias de Maquiavelo, a varios estafadores y muchos otros que desecharon lo que debe ser para enfocarse en lo que es. Parecería que cualquiera que siga todas estas leyes en su riqueza de detalles y narrativa sería una persona muy desagradable. Pero probablemente no sea así. getAbstract sospecha, por el contrario, que la persona que domine las leyes del poder será sumamente agradable, con un encanto irresistible y un don de simpatía, pero imponente y controladora – aunque no siempre de manera obvia. ¿No le parece tentador?

Resumen

Los modos del poder

La necesidad de poder es tan fundamental, tan esencialmente humana, que cuando uno siente que no tiene poder sobre la gente o los acontecimientos, es probable que se deprima. Las personas que pretenden no tener anhelo de poder se engañan o tratan de engañar a otros. Todas quieren poder. Entre más tienen, más quieren. El poder es como una droga, pero no debilita. Por el contrario, fortalece.

Sin embargo, se considera descortés y vulgar, casi una atrocidad, quererlo abiertamente. Aquellos que quieren poder deben aparentar que no les interesa. De hecho, deben fingir que sólo se preocupan por los demás. La persona que mejor proyecte una imagen de no interesarse por el poder será la más poderosa. Es paradójico y tal vez poco saludable, pero no se puede buscar el poder honesta y directamente. Deben disfrazarse los medios y los fines. No es necesario mentir. De hecho, es malo mentir, no porque sea inmoral, aunque de acuerdo con los códigos morales sí lo es, sino porque el riesgo de verse expuesto es enorme. El poder depende de la confianza. Nadie confía en el mentiroso conocido y, por lo tanto, él pierde poder. La duplicidad es otro asunto. Estas leyes...

Sobre el autor

Robert Greene tiene un título en estudios clásicos y ha sido editor de Esquire y otras revistas.