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Las ranas

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Las ranas

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Was ist drin?

La aventura cómica de fama mundial de Aristófanes sigue siendo un placer.


Clásico de la literatura

  • Comedia
  • Antigua Grecia

De qué se trata

Cuando los poetas riñen

¿Qué pasa cuando se enfrentan abiertamente dos famosos literatos y se les da la oportunidad de desmenuzar las obras del otro? Lo que a menudo se hace en forma de cartas en la literatura, Aristófanes lo lleva al escenario. En su obra Las ranas hace que dos de los tres grandes poetas de la tragedia, Esquilo y Eurípides, se enfrenten: ¿quién utiliza demasiadas palabras de relleno? ¿Quién se da más importancia con metáforas inextricables? Cada uno de los dos poetas tiene mucho que objetar a la obra del otro. Se muestran como adversarios mezquinos, ansiosos de reconocimiento, pero también simplemente como seres humanos. Representar a los héroes como seres humanos con defectos y debilidades era y sigue siendo el gran arte de la comedia. Al reírnos de las inauditas aventuras de los héroes cómicos, aprendemos algo de nosotros mismos. Al mismo tiempo, aprendemos también de los grandes poetas de tragedias y de su época, porque las obras de Aristófanes son una fuente importante, aunque poco confiable, de la vida en la Antigüedad.

Ideas fundamentales

  • Las ranas se encuentra entre las comedias más famosas de la Antigüedad.
  • Contenido: Dionisio, el dios del teatro, viaja al inframundo para traer de regreso a Eurípides, el fallecido poeta de tragedias. Después de una competencia de poetas entre Esquilo y Eurípides, Dionisio regresa con Esquilo a Atenas.
  • Cuando Aristófanes escribió la obra, Atenas se encontraba en guerra con Esparta y estaba a punto de perder.
  • Con Las ranas, Aristófanes ganó el primer premio en las Fiestas Leneas en el año 405 a. de C.
  • Eurípides había muerto un año antes, Esquilo ya llevaba muerto 50 años. Junto con Sófocles, eran los poetas más famosos de la Antigüedad griega.
  • Aristófanes escribió probablemente más de 40 obras. Las ranas pertenece a la fase tardía de su obra.
  • Aristóteles consideraba a Aristófanes el más importante de los poetas de comedia.
  • En la obra, el humor vulgar se encuentra con la parodia literaria refinada y la segunda parte, sobre todo, requiere conocimientos previos.
  • Stephen Sondheim adaptó el material para una comedia musical, que incluso se representó en Broadway.
  • Cita: “No hables con enojo, Esquilo, discute tranquilamente y permite que discutan contigo en calma. No es propio de los poetas injuriarse como panaderas”.

Resumen

Prólogo

El dios Dionisio y su esclavo Jantias están en camino a ver a Heracles. Jantias carga el equipaje y monta un burro. Ofrece contar algunos chistes, pero Dionisio no está de acuerdo con ninguna de sus propuestas. Jantias se queja del peso sobre sus hombros. Dionisio no quiere oír nada al respecto, al fin y al cabo, al esclavo se le permite ir en burro, lo que le quita peso. Tocan a la puerta de Heracles. Este abre y se burla del atavío de Dionisio, que lleva una túnica amarilla, una piel de león, botas de mujer y una maza.

En casa de Heracles

Dionisio explica que había estado en la guerra y a su regreso sintió un fuerte deseo por las obras de Eurípides. No había deseado tanto ni a las mujeres ni a los hombres ni el puré de guisantes. Así que ahora tiene que viajar al inframundo y traer de regreso al difunto Eurípides. Como Heracles ya había estado en el inframundo, Dionisio le pide que le explique el camino. Dionisio se disfraza de Heracles, porque espera sacar provecho de ello. Heracles intenta disuadirlo de su plan, pues hay miles de otros poetas que también escriben tragedias. Dionisio lo contradice: ninguno de ellos le llega a Eurípides ni a la suela de los zapatos.

“¿Debo decir, amo, alguno de los chistes habituales que siempre hacen reír a los espectadores”?

El camino más rápido al inframundo es la muerte. Pero Heracles conoce otra ruta: después de un largo viaje, Dionisio llegará a una laguna. Un viejo barquero lo pasará al otro lado por dos óbolos. Luego llegará a una región llena de monstruos a donde van a dar todos los que han hecho mal en la vida. Finalmente llegará a donde están los “iniciados” y, por último, llegará donde Plutón. Dionisio se despide de Heracles, y Jantias, que gime bajo el equipaje, le pide que busque otro cargador. Un muerto que está siendo transportado podría ayudar, pero exige un precio extraordinariamente alto por la petición de Dionisio. Así que Jantias debe volver a cargar el equipaje.

El viaje al inframundo

El barquero Caronte cruza a Dionisio al mundo de los muertos. Jantias tiene que rodear la laguna a pie, ya que Caronte no lleva esclavos a bordo. Se volverá a reunir con su amo al otro lado. Pero este tampoco tiene un viaje agradable; tiene que remar, aunque no tiene ninguna experiencia, y escuchar el canto de las ranas durante el viaje. Remar es agotador y Dionisio maldice a las ranas, cuyo canto pronto le pone los nervios de punta. En la otra orilla paga el dinero del peaje y continúa el viaje con Jantias. Escuchan a los monstruos de los que les habló Heracles y Dionisio se deja llevar por el pánico. Jantias, por el contrario, mantiene la serenidad.

“Por mucho que busques, no encontrarás un poeta fecundo cuyas finas formulaciones se puedan entonar”.

Los dos aventureros encuentran la campiña de los iniciados y son recibidos por un coro que canta un himno al dios Iaco y a la diosa Deméter y narra la vida bendita de los iniciados. Estos pueden permanecer aquí y disfrutar del canto, la danza y la buena comida, porque han sido puros en la vida. Cualquiera que haya cometido una falta no puede quedarse aquí. El coro se burla de los estadistas que no encontraron lugar aquí, entre ellos Clístenes y Calías.

“El sol y su santa flama solo brillan para nosotros los consagrados, que siempre hemos sido rectos en el trato con los pueblos extranjeros y la gente sencilla”.

Dionisio solicita que Plutón lo reciba. Ya está en la puerta del dios. Cuando lo recibe, Dionisio pretende ser Heracles… un error, porque aquí no lo ven con agrado desde que secuestró al perro Cerbero. Dionisio se desmaya de miedo por las acusaciones y pierde el control de sus intestinos. Jantias lo ayuda a limpiarse y acepta la petición de Dionisio de ponerse su ropa. Dionisio cree que así todas las acusaciones siguientes recaerán en Jantias. Dionisio, por el contrario, toma el equipaje y se hace pasar por esclavo.

Confusión deliberada

Los dos hombres intercambian su ropa. Entonces llega una criada que parece alegrarse mucho de que Heracles haya vuelto: la diosa Perséfone se ha enterado de su llegada y quiere agasajarlo. También llamaron a varias bailarinas para entretenerlo. Por supuesto, a Dionisio no le parece bien que Jantias disfrute de estos placeres. ¡Ciertamente, no se quedaría simplemente mirando mientras su esclavo se divierte con las bailarinas! Jantias se resiste al principio, pero luego cede. Vuelven a intercambiar la ropa. Después, a ambos los espera una tabernera furiosa que acusa a Heracles de haberle robado. La tabernera llama a un abogado para que lleve al supuesto Heracles ante la justicia. Dionisio le suplica a Jantias que vuelva a asumir el papel de Heracles y finalmente pueda convencer a los compañeros. Cuando llega el abogado, Jantias lleva nuevamente el disfraz de Dionisio.

La negociación

Jantias se enfrenta valientemente al acusador, pero solo después de que Dionisio ha jurado no volverle a quitar el disfraz. Jantias sabe que no puede confiar en Dionisio, pero está dispuesto a soportar el castigo por él. Dionisio va incluso un paso más allá: se pone del lado del acusador y reprueba las acciones del supuesto Heracles. A lo cual, Jantias le propone a Éaco, que es quien ejecutará el castigo, que golpee a su esclavo en lugar suyo. Dionisio deja el equipaje y se identifica como inmortal, señala a Jantias y afirma que es su esclavo, pero no le creen.

“Habrá un combate de brillantes cascos de palabras grandilocuentes, astillas de clavija en la rueda y también virutas de obras de arte, cuando el discurso galopante del creador de pensamientos frene a este hombre”.

Dionisio quiere probar su inmortalidad: Éaco debería azotarlos por igual a él y a Jantias. El que llore primero o pida misericordia no es un dios. Éaco los golpea alternadamente y ambos gimen de dolor, pero logran encubrir los sonidos. Éaco no puede decidir cuál de ellos es el inmortal y los lleva con Plutón.

“No trates de convencerme. En ningún caso cederé la silla. Porque soy superior a él en el arte, digo yo”.

El coro se queda atrás solo y afirma que todos los ciudadanos deberían tener los mismos derechos: cualquiera que luche por el Estado como soldado y viva honorablemente debería ser más apreciado que los bribones injustos. Así como las monedas nuevas de cobre que no valen nada se valoran más que las monedas viejas y acreditadas, también Atenas se ha apartado de sus antiguos valores. La polis haría bien en recordar de nuevo las antiguas virtudes que la caracterizaron.

“No hables con enojo, Esquilo, discute tranquilamente y permite que discutan contigo en calma. No es propio de los poetas injuriarse como panaderas”.

Jantias se pone a conversar con uno de los esclavos de Plutón. Intercambian historias: la mayor alegría de los esclavos es espiar a sus amos, refunfuñar cuando les encargan algo y divulgar secretos. Hay una gran conmoción en la casa porque Eurípides y Esquilo discuten entre sí. En la casa de Plutón, al poeta más digno se le permite sentarse en la mesa junto a él. Hasta ahora, Esquilo había ocupado ese lugar, pero Eurípides está convencido de que él es el mejor poeta y reclama ese honor. Esquilo había recibido la silla de Sófocles, que le había cedido gustosamente el puesto. Pero Esquilo no quiere de ninguna manera dejarle la silla a Eurípides, porque se considera un poeta mucho mejor. Por consiguiente, deben enfrentarse en una competencia poética.

La competencia de los poetas

Los dos poetas se atacan abiertamente el uno al otro. Dionisio les pide que se calmen. Él mismo quiere vigilar la competencia y juzgar a cuál de los dos le corresponde la silla. Le pide al coro que llame a las musas y los adversarios también deben orar. Luego empieza la competencia. Eurípides acusa a Esquilo de charlatán y de dejar esperando al público en sus obras demasiado tiempo la salida a escena de sus personajes principales. Argumenta que sus conceptos y parábolas son incomprensibles y artificiales. Él, Eurípides, había tomado el arte inflado de Esquilo y lo había librado de un lastre innecesario. Justo al inicio del drama, introducía una historia inteligible, a veces, simplemente dejando hablar a los personajes. Muy democráticamente, llevó lo cotidiano al escenario y así enseñó al público a seguir por sí mismo la argumentación.

“Al introducir en mis obras el raciocinio y el espíritu crítico, guie a las personas a pensar de tal modo que ahora lo perciben todo y tienen información sobre ello” (…)

Después de esta acusación, Esquilo puede defenderse: los poetas tenían la obligación de hacer mejores a las personas, dice. Y, a diferencia de Eurípides, él, Esquilo, sí lo hizo. Con Los siete contra Tebas, inspiró a los atenienses a enfrentar valientemente al enemigo. Eurípides, en cambio, llevó el vicio al escenario y volvió peores a las personas. Ayudó a que los hombres de la polis se hubieran vuelto habladores y fraudulentos. El coro comenta: los competidores se portan bien y sus acusaciones tienen peso. Eurípides y Esquilo deben profundizar aun más: no agobiarían al público porque este podría seguir sin problemas los argumentos en lo que se refiere a la poesía.

Prólogos y canciones bajo escrutinio

Eurípides quiere pasar ahora a los prólogos de Esquilo. Lo acusa de repetirse en ellos, pero Esquilo puede demostrar que cada palabra está justificada. A continuación, Esquilo examina los prólogos de Eurípides, en los que, al parecer, fuerza todo al metro yámbico. Quiere probar esto al terminar el verso en varios lugares con las palabras “perdió su alcuza”. Eurípides lo contradice enérgicamente, pero la frase puede agregarse en todos los casos mencionados. Enseguida, Eurípides ataca las canciones de Esquilo y las reúne en una sola.

“Pero un poeta debe ocultar el vicio y no ponerlo en escena o enseñarlo. Así como los niños pequeños tienen un maestro (…) los adultos tienen un poeta. Por tanto, es absolutamente necesario que les digamos cosas buenas”.

Esquilo prueba entonces que las obras de Eurípides se componen de canciones de prostitutas y borrachos y de bailes. Para demostrarlo, presenta una canción y hace que la acompañen con golpeteos de tiestos en lugar de con una lira, porque dice que esos sonidos les sientan mucho mejor a las canciones de Eurípides. Dionisio tiene suficiente. Les pide a los poetas una última comparación: deben recitar sus palabras más pesadas que luego se medirán en el platillo de una balanza. En la primera ronda, Eurípides es derrotado por Esquilo con un verso sobre un barco que vuela que resulta más ligero que el verso de Esquilo sobre un río. En la segunda ronda, Eurípides pierde con un verso sobre una persuasión al que Esquilo contrapone un verso sobre la muerte. La tercera ronda también es para Esquilo: Eurípides canta sobre una maza de hierro, Esquilo sobre dos carros en los que hay cadáveres. La balanza se inclina de nuevo a favor de Esquilo.

Buen consejo para la polis

A Dionisio le resulta difícil decidirse, pues, aunque aprecia la sabiduría de Esquilo, se siente mejor entretenido por Eurípides. Plutón explica que Dionisio debe tomar una decisión. Solo entonces podría llevarse de regreso a uno de los dos poetas. Dionisio se llevará consigo a aquel cuyo consejo sea más útil para la polis. Les pregunta a los dos poetas su opinión sobre Alcibíades. Eurípides advierte contra los ciudadanos que solo tienen en la mira su propia ventaja. Esquilo dice que la polis había hecho fuerte a Alcibíades y ahora está a su merced.

“Dices tonterías. Escribo buenos prólogos”.

Dionisio encuentra estos consejos de poca ayuda: pide a los dos poetas que le aconsejen cómo salvar a la polis. Eurípides se pierde en declaraciones difíciles de entender y propone que se haga lo contrario a lo que se está haciendo ahora. Esquilo aconseja que la flota esté bien equipada. Esquilo logra convencer a Dionisio: a pesar de que Dionisio había prometido sacar a Eurípides del inframundo, ahora regresará con Esquilo. Eurípides está fuera de sí de rabia… no solo ha perdido su derecho a la silla, sino también la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Después de un festín, Dionisio y Esquilo se ponen en camino, acompañados por los buenos deseos del coro. Juntos deben salvar a la polis. Sófocles debe sentarse en la silla hasta el regreso de Esquilo.

Acerca del texto

Estructura y estilo

Las ranas narra el viaje al inframundo de Dionisio, el dios del teatro. Para salvar a Atenas, quiere traer de regreso al mundo de los vivos al poeta de tragedias Eurípides. La obra está estructurada según los elementos clásicos de la comedia griega, pero organizados en una forma nueva. Se puede dividir aproximadamente en dos grandes segmentos. En el primero, seguimos a Dionisio al inframundo; en el segundo, el núcleo es la competencia entre los poetas. Las dos partes están separadas por la llamada parábasis que es una pieza coral cuyo contenido no está relacionado con la trama y en la que se le habla directamente al público. Sobre todo en la primera parte de la trama, se intercalan escenas de payasadas que muestran varias veces al héroe en situaciones poco dignas. Más tarde, el humor se traslada a las parodias recíprocas de los dos poetas en conflicto. Esta parte de la comedia es difícil de entender sin el conocimiento previo de las obras mencionadas y del contexto histórico de la época en que se originó la comedia, por ejemplo, el papel del controvertido estadista Alcibíades en la guerra del Peloponeso. Sin embargo, no por eso Las ranas deja de ser entretenida. Los chistes groseros, a menudo obscenos, las alusiones de muchas capas y la divertida historia de aventuras son, probablemente, las razones más importantes para el éxito de la obra.

Planteamientos de interpretación

  • Mientras que la tragedia griega convirtió al héroe en un ser humano de tamaño sobrenatural, la comedia muestra a los supuestos héroes como personas con defectos y debilidades. “La comedia suele presentar a las personas peores de lo que son en la realidad, a diferencia de la tragedia, que las muestra mejores de lo que son”, escribió Aristóteles en su Poética.
  • En Las ranas, el héroe es ni más ni menos que un dios: Dionisio, que viaja al mundo con un disfraz tonto y que, al menor indicio de peligro, a causa del miedo, pierde el control de los esfínteres. La ridiculización de una deidad podría parecer una blasfemia desde un punto de vista posterior, pero solo muestra que los atenienses tenían una relación muy laxa con sus dioses.
  • Con sus numerosas referencias intertextuales y metatextuales, Las ranas es casi postmoderna. Al inicio de la obra, Jantias y Dionisio discuten qué chistes deben hacer, varias veces, y se dirigen directamente al público con lo que rompen así la ilusión de la obra; y toda la segunda parte refiere sus alusiones cómicas a las obras de Eurípides y Esquilo.
  • Al desmenuzar las obras del otro, también se ridiculiza a ambos poetas como héroes literarios; por un lado, porque el público se da cuenta de que incluso las obras de los grandes poetas no son perfectas y, por el otro, porque los dos son retratados como hombres orgullosos y ambiciosos que discuten acerca de una silla en la mesa de Plutón.
  • En todo el humor escatológico y todas las alusiones obscenas, Las ranas tiene una declaración política que aparece en varios lugares de la obra, pero sobre todo en la última de las cinco rondas de competencia entre los poetas. Por desgracia, este es también el pasaje más difícil de entender en la actualidad. Sin embargo, es posible interpretar la sorprendente decisión de Dionisio de llevar de regreso a Esquilo como un llamado para que Atenas recuerde su tradición.

Antecedentes históricos

Atenas en el siglo V a. de C.

El siglo V a. de C. fue el apogeo de Atenas: con el fin de las Guerras Médicas y el establecimiento de un sistema estatal democrático, el comercio comenzó a florecer. También florecieron la literatura, el arte y la filosofía. Los poetas Eurípides, Esquilo y Sófocles escribieron sus famosas tragedias, el filósofo Sócrates enseñaba en las calles de la ciudad y el escultor Fidias creó sus obras. Sin embargo, estos miembros de la élite debían su riqueza y tranquilidad a los esclavos y los extranjeros sin derechos. Cuarenta mil personas de Atenas se enfrentaban a 300 mil habitantes de los alrededores. Bajo Pericles se construyó la Acrópolis y la democracia ática alcanzó su pleno desarrollo.

Con la desintegración de la Liga Ática, comenzó el descenso de Atenas, las diferencias con Corinto y Esparta llevaron a la Guerra del Peloponeso. Entre 430 y 426 a. de C., alrededor del 30% de los atenienses murió a consecuencia de una epidemia, que probablemente se trató de tifus. Incluso Pericles estuvo dentro de las víctimas. La llamada paz de Nicias de 421 a. de C. no duró mucho. Por consejo de Alcibíades, de 415 a 413 a. de C., los atenienses intentaron dar vuelta otra vez a la página con la expedición a Sicilia, pero no tuvieron éxito. Después de que el Imperio persa intervino en la guerra del lado de Esparta, siguió la derrota de Atenas en 405 a. de C. en la batalla de Egospótamos. En 404 a. de C., terminó la guerra y se disolvió la Liga Ática. Después de un periodo de gobierno oligárquico, Atenas volvió a la democracia. El siglo IV a. de C. se convirtió –con Platón y Aristóteles– en el siglo de la filosofía griega.

Origen

El poeta griego Aristófanes escribió probablemente más de 40 comedias, de las cuales 11 se han conservado. Al igual que otras de sus obras, Las ranas también está fuertemente influida por la situación política de la época: Atenas se encontraba en guerra con Esparta y en ese momento enfrentaba la posibilidad de una derrota. En esta tensa situación, un buen consejo resultaba valioso: en la obra, incluso los propios poetas de tragedias Eurípides y Esquilo no saben qué hacer. Esquilo ya había muerto en 456 a. de C. y Eurípides en 406 a. de C., poco antes de la creación de la obra. Por consiguiente, el recuerdo de los grandes poetas todavía estaba fresco. Es posible que Aristófanes incluso los haya conocido personalmente. También en otras obras –por ejemplo, en Las Tesmoforias– Aristófanes se burló de los poetas de tragedias. Las ranas pertenece a la obra tardía de Aristófanes, sus primeras obras –en la medida en que se conservan– surgieron alrededor de 427 a. de C.

Historia de la influencia de la obra

Las ranas se estrenó en el año 405 a. de C. en las Fiestas Leneas, una gran competencia de dramas que se celebraba cada invierno en honor al dios Dionisio. Aristófanes recibió el primer premio por su obra. Poco más de un año después, los atenienses se rindieron en la guerra contra los espartanos, después de haber sido derrotados en la batalla de Egospótamos. Los consejos que dieron los poetas de tragedias en la obra no pudieron salvar a la polis. Sin embargo, la obra recibió el raro honor de ser representada de nuevo.

Sus contemporáneos, y más tarde también Aristóteles en su Poética, consideraron a Aristófanes como un destacado representante del género. Influyó en numerosos poetas posteriores. La obra de Aristófanes sirvió de modelo para muchas historias de aventuras posteriores. En la Divina comedia de Dante y en la Eneida de Virgilio, los protagonistas también viajan al inframundo. En Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, un héroe cómico también sale de aventuras con su criado. La pregunta planteada en Las ranas sobre el papel del poeta sigue siendo actual hoy día y sus diferentes respuestas correspondientes caracterizan épocas completas. Sobre todo en el ámbito de la sátira, la influencia de Aristófanes es inmensa. Sus obras fueron populares en Roma y Alejandría, su trabajo influyó significativamente en el desarrollo de la sátira política europea. El autor acuñó numerosas frases y la palabra “aristofánico” todavía hoy se usa para designar un chiste mordaz e ingenioso.

El compositor Walter Leigh compuso en 1936 su famosa música incidental para Las ranas. En la década de 1970, Stephen Sondheim adaptó el material para su obra musical Las ranas y la representó en la piscina de la Universidad de Yale, con la participación, entre otros, de Meryl Streep y Sigourney Weaver. A partir del 2004, el musical también se vio en Broadway.

Sobre el autor

Aristófanes nació alrededor de 450 a. de C. Si nació en Atenas o en la isla costera de Egina, donde su familia contaba con una propiedad, es una cuestión controvertida. Como ciudadano libre del distrito de Kydathen en Atenas, se dice que Aristófanes escribió más de 40 comedias. De la mayoría de estas obras solo quedan fragmentos, como de su primera comedia Los convidados (Thetalis, 427 a. de C.), o absolutamente nada. El tema principal de los once textos que se han conservado es la transformación espiritual y moral de la sociedad ateniense durante la época de la guerra del Peloponeso. Como contemporáneo de Sócrates y los sofistas, Aristófanes dirigió su burla literaria principalmente a los charlatanes, ateos y políticos incompetentes que gobernaban Atenas después de la muerte de Pericles. En particular, Cleón, uno de los primeros políticos influyentes que no provenía de una familia respetada, fue el blanco de la sátira de Aristófanes. En 426 a. de C., Aristófanes participó en las Dionisias, la competencia anual de comedia y tragedia en Atenas, con su obra ganadora Los babilonios (Babylonioi), en la que se burló de Cleón y otros políticos por un escándalo. En Los caballeros (Hippeis, 424 a. de C.), el propio Aristófanes interpretó a Cleón y recibió una demanda que, sin embargo, no tuvo consecuencias. Debido a sus extraordinarias habilidades lingüísticas y poéticas, Aristófanes fue uno de los poetas de comedia más famosos y exitosos de Atenas. Adaptó y ridiculizó las obras de sus colegas y acompañó como poeta las transformaciones sociales y políticas de su época. Aristófanes murió alrededor del año 380 a. de C. en Atenas, después de haber sido representante político de su distrito durante aproximadamente 20 años.


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