Lewis Carroll
Alicia en el país de las maravillas
1865
What's inside?
Esta historia no es solo para niños: la pequeña Alicia viaje en sueños a un mundo extraño, grotesco y atemorizante, donde tiene que mantener la cabeza fría para desenmascarar lo absurdo de las situaciones que experimenta.
De qué se trata
El relato Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, puede ser leído como modelo contrario a las rígidas convenciones de la sociedad victoriana. El libro describe un mundo en el que una niña debe abrirse sola su paso por la vida, alejada de las normas educativas. Con la ayuda de las experiencias mágicas de la pequeña Alicia, Carroll refuta la idea de su tiempo, de que el mundo de los adultos, con sus principios morales (a veces cuestionables) era el modelo al que el mundo de los niños debía adaptarse. El mundo onírico de Alicia no es ideal y tampoco está libre de peligros. Sin embargo, la joven heroína logra sortear todos los desafíos gracias a su imparcialidad y a su capacidad de juzgar las cosas desde una perspectiva infantil, pero sin prejuicios. Así, Carroll presenta al niño como un miembro de plena capacidad en la sociedad y como ser independiente. Con su estilo directo y despreocupado, Alicia descubre sin piedad el egoísmo, los temores y la violencia de los adultos. La crítica social de Carroll se esconde en un mundo fantástico y absurdo para salir en busca de quienes piensan de la misma manera, y Alicia en el País de las Maravillas sigue garantizando un amplio público lector en todos los sectores culturales.
Ideas fundamentales
- Alicia en el País de las Maravillas, escrito en 1865, es considerado el libro infantil más exitoso de Gran Bretaña. Ni siquiera Harry Potter ha logrado superarlo.
- Lewis Carroll logró vincular la tradición literaria del cuento infantil con el absurdo de la literatura del sinsentido .
- En su sueño, la pequeña Alicia persigue a un conejo blanco hasta su cueva y termina entrando a una maravillosa tierra subterránea.
- En este mundo onírico, extraños seres y animales fabulosos viven según su propia lógica, carente de sentido.
- Los habitantes del País de las Maravillas no pierden oportunidad para criticar a Alicia y la tratan con hostilidad.
- En un juego de croquet entre La Condesa y la Reina de Corazones, flamencos vivos hacen las veces de mazos y un grupo de erizos enrollados, de pelotas.
- La autoritaria Reina quiere cortarle la cabeza a cualquiera que la contradiga.
- Por momentos, el mundo mágico se vuelve para Alicia casi una pesadilla.
- La niña, que se esfuerza por lograr el equilibrio, muchas veces logra resolver los conflictos con los seres que habitan el mundo mágico de manera resoluta e inteligente.
- Cuando, hacia el final, un juicio amenaza con convertirse en una farsa, Alicia defiende con valentía a la Sota de Corazones y salva su vida.
- Los surrealistas franceses vieron en el estilo literario de Carroll la articulación de un subconsciente liberado de las convenciones.
- La película de Disney de 1951 exagera los aspectos idílicos y graciosos de la historia.
Resumen
Alicia sigue al Conejo Blanco
En un soleado día de verano, Alicia, sentada junto a su hermana bajo un árbol a la vera del arroyo, se aburre. De pronto, ante sus ojos pasa corriendo un conejo blanco con ojos rojos. Nervioso, el pequeño animal extrae un reloj del bolsillo de su chaleco y murmura que ahora sí llegará tarde. Sorprendida, Alicia se pone de pie, porque nunca antes vio un conejo con chaleco, además, con un reloj. Corre detrás del animal hasta que desaparece en un agujero en la tierra.
“La cueva se extendía como un túnel, pero de pronto viraba hacia abajo, de un modo tan imprevisto que Alicia no siquiera tuvo tiempo para pensar en sostenerse de algo que ya estaba cayendo en lo que parecía ser un pozo muy, muy profundo”.
Urgida por la curiosidad, la niña entra en la cueva y cae a un profundo pozo. Alicia tiene la sensación de que la caída dura una eternidad y cree que lo más probable es que llegue hasta el otro lado de la Tierra, donde –según cree–las personas caminan con sus cabezas hacia abajo. Finalmente, cae en una habitación cuyas paredes tienen muchas puertas pequeñas. En una mesa de vidrio encuentra una llave de oro. La llave abre una de las puertas que lleva a un túnel, al final del cual, Alicia divisa un maravilloso jardín. El problema es que Alicia es demasiado grande como para entrar al jardín por la puerta.
El mar de lágrimas
La niña descubre entonces una botellita con la inscripción “Bébeme”; después de un momento de desconfianza, bebe hasta la última gota y se encoge hasta medir solo 20 centímetros. Ahora, Alicia es demasiado pequeña como para tomar la llave que sigue sobre la mesa. Esto la frustra y comienza a llorar. De pronto, mira a su alrededor y encuentra un pastel con la inscripción “Cómeme”. No lo duda y le da una mordida. Al principio no sucede nada, pero poco después empieza a estirarse como un telescopio. Finalmente alcanza una altura de tres metros y ha vuelto a ser demasiado alta como para ingresar al jardín. Alicia está muy decepcionada y llora tanto que pronto se forma un mar de lágrimas a su alrededor. Tiene la sensación de ya no saber quién es.
“Pero si ya no soy la misma, la siguiente pregunta es: ¿Quién soy entonces”?
De repente, el conejo reaparece, pero cuando Alicia le habla, se asusta y se aleja asustado. Tras de sí solo quedan un par de guantes blancos. Alicia se pregunta en qué se ha convertido. Para saber si sigue siendo ella misma, canta algunas canciones para niños, convencida de conocer sus letras de memoria, pero descubre que ya no las recuerda por completo.
Secándose en tierra firme
Alicia logra ponerse uno de los guantes del conejo. Evidentemente, ha vuelto a empequeñecer. Rápidamente busca aprovechar la suerte del momento y acercarse a la entrada al jardín, pero está en el medio del mar de sus propias lágrimas. Empieza a nadar. Cuando mira a su alrededor, nota que muchos animales han caído al agua y que nadan detrás de ella. Cuando Alicia y los animales llegan a tierra firme, los animales se preguntan cómo harán para secarse. El ratón cree tener la solución: solo un cuento narrado por él hará que los animales se sequen, pero su historia resulta demasiado complicada. Los animales se aburren, y pronto también tienen frío. Un pájaro enorme, el dodo, propone una extraña competencia: cada uno correrá en la dirección que más le plazca. Después de que todos han corrido en una dirección diferente y se han secado, se preguntan quién ha ganado. Finalmente resuelven que todos han ganado. Todos deben recibir un reconocimiento y los animales exigen a Alicia que entregue los premios. Por suerte, la niña encuentra caramelos en sus bolsillos y tiene suficientes como para que cada animal reciba uno.
Alicia debe arder
Poco después regresa el conejo y ordena a Alicia que le regrese sus guantes de inmediato. Alicia obedece, a pesar de que ese no es su estilo y de que en realidad hubiera preferido contradecir al conejo. Mientras busca los guantes, ingresa en una pequeña casita. Allí le ocurre un imprevisto: por curiosidad, toma un trago de una botella y se vuelve muy grande, tan grande que se queda literalmente atascada en una de las habitaciones. El conejo resuelve entonces enviar a la lagartija Bill a través de la chimenea, para que recupere sus guantes. Con un pisotón, Alicia obliga a Bill a volver a salir. Esto enoja al conejo, quien decide incendiar la casa en la que Alicia está atrapada.
“Con el loro tuvo un intercambio de palabas más largo, hasta que se puso insolente y le dijo: ‘Soy mayor que tú, así que debo tener razón.’ Pero Alicia no quería aceptar esa respuesta hasta no saber cuántos años tenía el loro, pero como él se negó a responder, ya no había nada por decir””.
Ni siquiera la amenaza de Alicia de hacer que su gata Dina –que, por cierto, se encuentra en casa con los padres de la niña– persiga al conejo, parece surtir efecto. Pero Alicia tiene suerte: el conejo le arroja piedras, pero las piedras se convierten en pasteles. De inmediato come uno y vuelve a encogerse; así logra liberarse y escapar al bosque. Puesto que ahora siente que es demasiado pequeña, busca algo para beber y comer. En su búsqueda se encuentra con una oruga sentada sobre un hongo y fumando una pipa de agua.
Un hongo para crecer y encogerse
La oruga le pregunta a Alicia quién es y cuando la niña le responde que no lo sabe con certeza, le pide que se explique. Alicia no puede darle ninguna explicación, pero le dice a la oruga que no tiene motivos para criticarla; después de todo, ella también cambia de apariencia y se convierte en mariposa al salir de la crisálida. Ofendida por la respuesta inteligente de la niña, la oruga le propone que recite un poema. Cuando Alicia termina de recitar el poema, la oruga le dice con frialdad que no lo ha dicho correctamente. Alicia le confiesa que de todos modos le gustaría tener otro tamaño. La oruga se vuelve entonces más amable y le dice que solo necesita comer de uno de los bordes del hongo. Dependiendo del lado que coma, se volverá más grande o más pequeña. El problema es que Alicia no sabe qué lado la hará crecer y qué lado la encogerá. Por eso, prueba un trozo y se encoge. Come entonces otro trozo y vuelve a crecer, pero no crece todo su cuerpo, sino solo su cuello, por lo que una paloma cree que es una serpiente. Mientras sigue comiendo diferentes trozos del hongo, Alicia cambia de tamaño una y otra vez hasta lograr finalmente su tamaño correcto. Continúa entonces su recorrido por el bosque y llega hasta la casa de la Duquesa, donde observa cómo un lacayo con cara de pez le entrega una invitación de la Reina para jugar al croquet.
El Gato de Cheshire
La cocinera de la duquesa está preparando una sopa de pimienta. De pronto, empieza a arrojar platos a la cabeza de la Duquesa, que, a su vez, está ocupada intentando hacer dormir a un bebé. Aunque la Duquesa es ruda con Alicia, rápidamente le entrega al niño y la niña escapa con él por temor a ser alcanzada por los platos. En los brazos de Alicia, el bebé toma más y más la apariencia de un cerdito, hasta que por fin lo pone en el suelo y el cerdito se aleja gruñendo.
“¡Tenemos que incendiar la casa!’, escuchó decir al conejo, a lo que Alicia respondió tan alto como pudo: ‘¡Si lo hacen, haré que Dina los persiga!’””.
Poco después, Alicia conoce al Gato de Cheshire de la Duquesa. Pareciera que el gato sonríe todo el tiempo, tanto, que parece que la sonrisa permanece, incluso cuando el gato ya se ha marchado. Aunque la Duquesa afirma que todos los gatos sonríen, Alicia le responde que no lo cree, porque nunca antes había visto a un gato sonreír.
“Nunca la había contradicho tantas veces y notó cómo aumentaba su enojo””.
Más tarde, Alicia se encuentra con la Liebre de Marzo. Es la hora del té, y junto a la liebre se sientan el Sombrerero y un lirón medio dormido. En la larga mesa preparada, la mayoría de la vajilla está limpia y sin usar. La recepción que los tres preparan para Alicia es muy descortés; constantemente, critican los modales de la niña. En respuesta, Alicia también los reprende. Les dice, por ejemplo, que le parece una tontería que se recorran un lugar hacia el costado para tener vajilla limpia, en lugar de limpiar la que ya han usado. Además, a Alicia le molesta que a los tres les divierta formular acertijos, que ni siquiera ellos pueden resolver.
Un cuestionable juego de croquet
Finalmente, Alicia se cansa de los tres y sigue su camino. Para su sorpresa, descubre una puerta en el tronco de un árbol. Al cruzarla, reconoce la habitación en la que encontró la llave de oro. Ahora sí, logra entrar en el jardín mágico. Allí, la niña se topa con tres jardineros que están ocupados pintando las rosas blancas de color rojo. Cuando les pregunta por qué lo hacen, responden que se equivocaron y que plantaron un rosal blanco donde la Reina les había pedido uno rojo. Alicia está muy sorprendida, porque los jardineros son naipes parlantes y, cuando la Reina pasa frente al rosal con su séquito, descubre que está integrado totalmente por naipes. A pedido de la Reina, Alicia se presenta.
“Después de un rato recordó que todavía tenía los trozos de hongo en la mano y, con cuidado, empezó a mordisquear primero de uno pedazo y luego del otro, lo que hizo que primero creciera y luego empequeñeciera, hasta alcanzar su tamaño correcto””.
La soberana es muy autoritaria y amenaza con cortar la cabeza a cualquiera que la contradiga. Comienza un extraño juego de croquet en el que participan la Reina, la Duquesa y Alicia. Los mazos son flamencos, las pelotas son erizos enrollados y los soldados-naipes tienen que doblarse para marcar el curso del juego. La Reina amenaza con decapitar a cualquier jugador que no se atenga a las reglas del juego.
El Gato se niega a besar la mano
Alicia se asusta y le alegra descubrir que el Gato de Cheshire está de regreso, porque su cercanía la hace sentir bien. Con alegría, Alicia presenta al gato, de quien solo se ve la cabeza, al Rey. Pero cuando el monarca exige que el animal bese su mano, el gato se rehúsa. Enojado, el Rey llama a la Reina y ella lo condena a muerte por decapitación.
“No hay nada que hacer’, dijo el gato. ‘Aquí todos están locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.’””.
Entonces, se desata una discusión entre el verdugo y la Reina acerca de la imposibilidad de decapitar al Gato de Cheshire. No es posible desprender una cabeza de un cuerpo inexistente, dice el verdugo. Si hay una cabeza, es posible cortarla, dice la Reina. Alicia trata de mediar, proponiendo consultar a la Duquesa porque el gato es de ella. Entonces descubren que la Reina envió a la Duquesa al calabozo, y que primero hay que ir a buscarla. Mientras tanto, el gato ha desaparecido por completo.
La Falsa Tortuga hace bailar a las muñecas
La Duquesa se alegra de volver a ver a Alicia. Las dos mantienen un profundo diálogo. La Duquesa intenta convencer a Alicia de que es posible aprender algo de todas las historias que uno experimenta en la vida. A la Reina le molesta la relación armoniosa entre Alicia y la duquesa, y amenaza con decapitarla. Luego de que la duquesa escapa de la escena, continúa la partida de croquet. La Reina le propone a Alicia visitar a la Falsa Tortuga para escuchar su historia de vida.
“¡Qué cosa!’, pensó Alicia. ‘Muchas veces vi gatos sin sonrisa, ¡pero nunca había visto una sonrisa sin gato! Nunca antes me pasó algo así’””.
El grifo acompaña a Alicia, pero él ya conoce la historia y le exige a la tortuga que se apresure. La tortuga, por su parte, abunda en recuerdos de su infancia en la escuela. A Alicia no le parece interesante, tampoco cuando la tortuga afirma haber aprendido más que ella. Lo que sí le resulta gracioso es cuando el grifo y la tortuga le enseñan a bailar la danza de la langosta, en donde todos los animales tienen una langosta como compañero de baile y deben arrojarla al agua.
El juicio contra el ladrón de pasteles
La Falsa Tortuga resulta ser un personaje bastante llorón, que todo el tiempo piensa que la única razón por la que vive es para terminar en convertida en sopa. Entre sollozos, canta su última canción sobre la sopa.
“En la entrada del jardín había un rosal de rosas blancas, y tres jardineros abocados afanosamente a la tarea de pintarlas de rojo””.
Apenas ha terminado de cantar cuando una voz recuerda a todo el mundo que está a punto de comenzar un gran proceso judicial. Alicia nota que poco a poco recupera su tamaño anterior. Todos los animales se han congregado en el juzgado. La Sota de Corazones, un naipe al servicio de la Reina, está acusado de haber robado los pasteles que la Reina había horneado. El Rey es el juez y el Conejo Blanco establece el avance del juicio. Es él quien ordena a Alicia a declarar y responder las preguntas del Rey. Cuando encuentran una nueva prueba, un poema que parece probar la culpabilidad de la Sota de Corazones, Alicia estalla y desenmascara el proceso como una estupidez.
“El resto de los jugadores no jugaba en orden; todos participaban a la vez y se peleaban por los erizos. Por eso, no pasó mucho tiempo hasta que la Reina, encolerizada, empezó a recorrer la cancha gritando ‘¡Que le corten la cabeza! ¡Que le corten la cabeza!’””.
La Reina exige entonces castigar a Alicia con la decapitación, pero Alicia reúne más y más valentía. Las cartas no tienen derecho a decirle nada, puesto que solo son naipes, grita en la sala. Los naipes vuelan hacia ella y Alicia se asusta, y de pronto nota que está junto al río y que todo fue solo un sueño. Entonces, le cuenta la aventura a su hermana.
Acerca del texto
Estructura y estilo
Alicia en el País de las Maravillas es un libro fantásticamente fabulado, que relata las aventuras de la pequeña Alicia en doce capítulos. Cada capítulo está precedido por un dibujo del famoso ilustrador y caricaturista John Tenniel.
El flujo de la historia se ve interrumpido una y otra vez por canciones y poemas sin sentido, algunos de los cuales aparecen representados con ideogramas. Así, por ejemplo, la historia del ratón, que tiene tantas vueltas, aparece escrita como una cola de ratón con muchas ondas y vueltas.
Enfoques interpretativos
- Lewis Carroll esconde su crítica social en el cuento: los extraños personajes del País de las Maravillas, con su exagerada fidelidad a sus principios y sus palabras, así como sus gestos exentos de dudas sobre sí mismos, reflejan las formas de comportamiento típicas del mundo de los adultos.
- Alicia en el País de las Maravillas puede leerse como una parábola sobre la emergencia educativa del siglo XIX, la cual se basa esencialmente en un respeto muy difundido por la autoridad.
- Si bien la educación de Alicia la ayuda a desenmascarar muchas de las creencias de los grotescos habitantes del país de las maravillas, no es lo que aprendió en la escuela sino su falta de prejuicios y su predisposición a enfrentar nuevas situaciones sin ideas preconcebidas, lo que le permite volver ilesa de su aventura.
- La pregunta de los habitantes del País de las Maravillas acerca de la identidad de Alicia, que les presenta tanto conflicto, es de gran importancia. Esto prueba que el origen y la imagen de una persona son muchas veces más importantes que su carácter y su capacidad.
- El relato ha sido interpretado en múltiples ocasiones desde el punto de vista psicoanalítico, muchas veces, teniendo en cuenta la evidente predilección de Lewis Carroll por las niñas.
Antecedentes históricos
Los rígidos valores de la era victoriana
Alicia en el País de las Maravillas se publicó en 1865, a mediados de los 70 años de gobierno (1837-1901) de la reina Victoria, famosa por su austeridad y religiosidad. En un fuerte contraste con los estándares morales y religiosos proclamados desde el gobierno, estaba la realidad cotidiana: muchos niños del proletariado industrial debían, por ejemplo, empezar a trabajar en las minas y fábricas a la corta edad de 10 años. La burguesía inglesa educaba a su prole con mano dura. La pedagogía social del filósofo Jeremy Bentham marcó esta época con su impronta. Las familias y escuelas se hicieron eco de sus principios educativos utilitaristas, es decir, orientados a la utilidad. Los niños eran vistos como adultos pequeños, por lo que no quedaba espacio para fomentar la fantasía, la creatividad y el juego. A los ojos de Lewis Carroll, la era victoriana no representaba una mejora moral de la sociedad inglesa; por el contrario, la educación recibida dañaba más a los niños de lo que los ayudaba.
Origen
Lewis Carroll relató la historia del País de las Maravillas a Alicia Liddell, la hija de diez años de su jefe en la universidad, durante un paseo en bote en 1862. Pocos días después, se decidió a escribir la historia y regalársela a Alicia. Así surgió la primera versión que no estaba pensada para ser publicada. Tres años más tarde, algunos conocidos lograron convencer a Lewis Carroll de editarlo. La literatura infantil victoriana que había en el mercado era obsequiosa y resultaba demasiado didáctica, debido a sus numerosas moralejas. Con Alicia en el País de las Maravillas, Carroll ridiculizó esta tendencia, inventando situaciones para las que no existía un equivalente en la vida real. De este modo, posicionó su texto dentro del movimiento de la literatura nonsense o del sinsentido. A ella pertenecen los textos cuyo efecto jocoso no se desprende del chiste, el humor o la ironía, sino del absurdo y, muchas veces, también de los efectos sonoros. El modelo histórico para la literatura del sinsentido es el lenguaje de los bufones en los dramas de Shakespeare. A mediados del siglo XIX, la literatura del sinsentido se estableció como una forma literaria independiente, tras ser creada por el poeta Edward Lear, de quien se conocen numerosos limericks o poemas humorísticos compuestos por cinco versos.
Influencia
Alicia en el País de las Maravillas estaba destinado a convertirse en un éxito increíble. Se estima que para 1870, es decir, en los primeros cinco años tras su publicación, ya se habían vendido 15.000 ejemplares en todo el mundo. Un éxito de la literatura europea, único en su tipo, que también subraya el predominio cultural del imperio británico. Poco después de la aparición de la edición original se realizaron traducciones a prácticamente todos los idiomas europeos. Bajo la influencia de las ilustraciones contemporáneas del pintor inglés John Tenniel, se exaltaron durante décadas los aspectos idílicos de la historia.
Durante el siglo XX, sus elementos monstruosos y absurdos comenzaron a ocupar a los intérpretes, la mayoría de ellos psicoanalistas. Los surrealistas estaban fascinados con Alicia porque creían reconocer en la escritura de Carroll un subconsciente que se articulaba libremente. En El despertar de Finnegan, James Joyce alude a Lewis Carroll. Cuando en los años 1960 del siglo XX, el consumo de drogas se volvió más aceptable, los promotores de la liberalización del consumo citaban a Alicia en el País de las Maravillas: sus aventuras eran interpretadas como visiones alucinatorias, producto de las drogas. El argumento más usual era que la niña mascaba todo el tiempo una especie de hongo misterioso.
En 1871, Carroll publicó la continuación de la historia: Alicia detrás del espejo. El principio narrativo es el mismo, pero el País de las Maravillas es más extraño que en la primera aventura. Muchos ven que la continuación es un libro orientado principalmente a los adultos. En 1886, Carroll autorizó a su colega Savile Clarke a preparar una versión teatral de Alicia en el País de las Maravillas, que hasta hoy ha sido traducida a más de 20 idiomas y que todavía forma parte de los programas navideños de muchos teatros.
La filmación del largometraje animado en 1951 a cargo de los estudios Disney buscaba aprovechar el éxito que Blancanieves había logrado justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y mostraba una armonía fabulosa entre Alicia y las figuras del país de las maravillas, armonía prácticamente ausente en el libro. Sin embargo, la filmación es una de las diez adaptaciones más importantes de Disney durante el siglo XX. Incluso hoy, Alicia en el País de las Maravillas es una de las obras literarias anglosajonas más citadas; hasta en la película Matrix (1999) hay una referencia al Conejo Blanco de Alicia.
Sobre el autor
Lewis Carroll nace el 27 de enero de 1832 como hijo de un pastor rural inglés. Su verdadero nombre es Charles Lutwidge Dodgson. Estudia matemática en Oxford y luego trabaja como tutor en la universidad, donde se gana la dudosa fama de ser un profesor aburrido. Es considerado una persona tímida, pero, debido a sus múltiples intereses, es amado en los círculos intelectuales. No obstante, vuelve locos a sus editores e ilustradores, debido a que constantemente solicitaba modificar sus manuscritos. Al mismo tiempo, no pierde la oportunidad para criticar los malos modales de sus contemporáneos.Carroll es muy religioso y ya de joven es ungido como sacerdote; sin embargo, no ejerce, puesto que considera que su tartamudez es un impedimento para hacerlo. Se siente muy cómodo cuando está rodeado de niños, en especial, de niñas pequeñas. A ellas les escribe largas cartas de tono serio o les cuenta historias. No son pocas las veces que completa estas historias con adivinanzas o paradojas lógicas. En 1879 publica un tratado sobre la importancia de Euclides para la matemática moderna. En 1887 y 1894 le siguen publicaciones sobre lógica. En la técnica de la fotografía, un medio completamente nuevo para su tiempo, descubre uno de los fenómenos más interesantes de las ciencias naturales. Carroll se convierte en un fotógrafo de renombre, que retrata a muchas personalidades de su tiempo, y también a muchas niñas. Si bien al principio estas imágenes infantiles están envueltas en rumores sobre los deseos sexuales de Carroll, en la actualidad son consideradas obras de arte de una calidad particular. Carroll no fue un escritor prolífico. Además de Alicia en el país de las maravillas, de 1865 y Alicia detrás del espejo, de 1872, escribió La caza del snark, en 1876, que, por su sinsentido cómico, es considerado uno de los principales poemas del género literario del sinsentido. Murió en Guildford, en Surrey, Reino Unido, el 14 de enero de 1898.
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