Más que acciones drásticas, actos cotidianos
Antes de ser un autor y conferencista de gran reputación en el mundo empresarial y organizacional, James Clear recibió un golpe que cambió su vida. Durante su entrenamiento de béisbol, un bate se estrelló entre sus cejas. El impactó le ocasionó varias fracturas de cráneo, ojos completamente fuera de su órbita y cuenco, convulsiones repetidas, un coma inducido, y un traslado de emergencia en helicóptero al hospital más equipado. Al momento, nada de suerte tuvo ese golpe ni para él ni para sus padres que tuvieron que acompañarlo. Fue después de años de rehabilitación y recuperación que pudo entender lo que aquel golpe le había enseñado además de paciencia, mucha paciencia.
James se vio obligado a ir poco a poco. Su anhelo seguía siendo, como desde los cuatro años, jugar béisbol en las grandes ligas. Sin embargo, no era posible conseguirlo de inmediato. Por mucho esfuerzo que hiciera o por muchas grandes metas que se impusiera, su cuerpo tenía otros planes (y su motivación también). La valiosa lección que aprendió fue la del regalo de los actos cotidianos. Clear aprendió la “matemática de las mejoras pequeñas” que evidencia que basta con ser solamente uno por ciento mejor cada día. Al cabo de un año, esas imperceptibles mejoras conseguirán un crecimiento 37 veces mayor.
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