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Investigación sobre el entendimiento humano
Libro

Investigación sobre el entendimiento humano

London, 1748 más...

Clásico de la literatura

  • Filosofía
  • Ilustración

De qué se trata

Experiencia práctica en vez de especulación metafísica

David Hume no tuvo éxito con su Tratado de la naturaleza humana, así que apenas diez años después, lo intentó de nuevo. Su obra más rigurosa y legible, Investigación sobre el entendimiento humano, que apareció en 1748, tampoco contribuyó a la esperada carrera académica del filósofo escocés; sin embargo, su mejor publicidad resultó ser el hecho de ser controvertida y haber sido atacada agudamente por su presunto ateísmo por los representantes eclesiásticos. Hasta la fecha, el escrito que despertó a Kant, según sus propias palabras, de su “sueño dogmático” sigue siendo uno de los textos más importantes e influyentes de la historia de la filosofía. Como empirista que confía solo en sus propios sentidos y experiencias, Hume ilumina la capacidad cognitiva humana y sus limitaciones. En lugar de hacer especulaciones metafísicas, debemos limitarnos a investigar las cosas cotidianas, exige. A pesar de toda la agudeza analítica, la obra elegantemente escrita nos recuerda que la filosofía debe estar, ante todo, para el hombre.

Resumen

Dos tipos de filosofía

La filosofía abstracta y pura, que en general se considera pesada e inaccesible, se distingue de la filosofía ligera y práctica, que captura en bellas palabras la sabiduría mundana meramente trivial. Un buen filósofo debe combinar las ventajas de ambas maneras de pensar para luchar contra la ignorancia común, expulsar la superstición de la mente y hacer espacio para la razón. Sus pensamientos deben ser claros y comprensibles, pero al mismo tiempo no deben perder su verdad y profundidad.

Impresiones e ideas

También en las percepciones de la mente se pueden distinguir dos tipos: por un lado, las vívidas impresiones que surgen cuando vemos u oímos, sentimos o deseamos, amamos u odiamos algo; por el otro, las ideas de estas impresiones, que solo proporcionan una copia débil de las percepciones sensoriales y que, esencialmente, se desprenden de ellas. Un ciego no puede imaginar los colores y un dócil no puede imaginar el sentimiento de venganza, y alguien que nunca ha bebido vino, no tiene idea de su sabor. Todas nuestras ideas están conectadas por la semejanza, la contigüidad o el principio de causa y efecto, con los cuales nuestros pensamientos...

Sobre el autor

David Hume, junto con John Locke y George Berkeley, es una de las figuras más influyentes de la Ilustración en Gran Bretaña. Nació el 7 de mayo de 1711 y fue el segundo hijo de un pequeño noble provincial. A los doce años Hume ya estudiaba Derecho en la Universidad de Edimburgo. Sin embargo, también tomaba cursos de otras asignaturas y, de esta manera, conoció las obras de Isaac Newton y John Locke. Después de tres años Hume interrumpió los estudios sin haberse titulado. En Bristol trabajó como comerciante y, en 1735, viajó a Francia para estudiar la filosofía más reciente. Allí escribió su Tratado sobre la naturaleza humana. Sin embargo, este tratado despertó poca atención. En 1745 se postuló para la cátedra de filosofía moral en la Universidad de Edimburgo, pero su actitud escéptica respecto a la religión hizo que su postulación no tuviera éxito. En 1748 apareció su Investigación sobre el entendimiento humano, una obra que dio a conocer a Hume como filósofo en toda Europa. Entre 1752 y 1757 trabajó como bibliotecario en la Universidad de Edimburgo, lo que combinó con sus estudios histórico-políticos. El resultado fue Historia de Inglaterra, que apareció entre 1754 y 1762 y consolidó la reputación de Hume como historiador. En su obra Historia natural de la religión, publicada en 1757, afirmó que la religión se basa principalmente en la ignorancia, la esperanza y el miedo, y que su erradicación mediante la Ilustración equivale a una verdadera redención. Con esto, Hume perdió cualquier esperanza de acceder a un puesto más alto en la Escocia calvinista. De 1763 a 1766 Hume estuvo en el servicio diplomático en París y conoció a Diderot y a Rousseau. En 1768 regresó a Edimburgo, donde murió el 25 de agosto de 1776, después de una larga enfermedad.


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