Hacia 2019, unos 4.300 millones de personas se conectaban a internet cada día y el usuario promedio pasaba más de seis horas diarias en línea. Como era de esperar, eso cambió a la gente, y en esta exploración ingeniosa y perspicaz, la escritora Roisin Kiberd examina cómo. En una serie de ensayos muy personales, profundiza en temas como el capitalismo de la vigilancia de Facebook, la adicción a internet y los efectos de la tecnología en el bienestar emocional.
Internet está cambiando la humanidad.
Desde los primeros días de internet, sus desarrolladores y usuarios predijeron que los medios digitales transformarían a individuos y a la sociedad. Muchos usuarios de la red en la década de 1990 creían que la cultura de internet anunciaba el amanecer de una sociedad “tecno-utópica” . Ello se debió a que los foros, los blogs y los juegos multijugador en internet celebraban la autorreinvención creativa y la diversidad. Los usuarios consideraban estos sitios como lugares seguros en los que podían dar forma a su identidad, independientemente de género, clase, sexualidad o raza.
En lugar de cumplir esa visión, internet evolucionó hacia una distopía en la que Facebook y otras plataformas de medios sociales establecieron una nueva normalidad de “capitalismo de la vigilancia”, “burbujas de filtros” y bulos. Unos 4.300 millones de personas utilizan internet a diario, pasando una media de más de seis horas al día compartiendo versiones idealizadas de su yo del mundo real. Los algoritmos de múltiples plataformas recopilan y analizan cada publicación, cada clic y cada me gusta, y convierten estos voluminosos datos en ganancias...
Roisin Kiberd ha escrito sobre tecnología y cultura para The Guardian, Vice y Motherboard. Sus ensayos han aparecido en The Dublin Review, The White Review, The Stinging Fly y Winter Papers.
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