Jane Austen
Orgullo y prejuicio
1813
¿De qué se trata?
El tema de los sueños de boda, el clásico de Jane Austen, lo encontramos todavía hoy en muchas comedias románticas. ¿Por qué no saber más del original?
- Novela
- Literatura victoriana
De qué se trata
Modelo de muchas comedias románticas, la novela más popular de Jane Austen, Orgullo y prejuicio, es el reverso del amor a primera vista. Fitzwilliam Darcy ve a Elizabeth Bennet en un baile y, al principio, solo está moderadamente impresionado, mientras que ella no lo soporta en absoluto. Solo después de innumerables malentendidos y el triunfo sobre el orgullo y los prejuicios, ambos se encuentran. En su novela Austen esboza un retrato detallado de la sociedad de su tiempo. El mundo limitado de la nobleza provincial y la burguesía de comerciantes en Inglaterra a principios del siglo XIX parece estar bajo un espejo ustorio. Con ingenio e ironía, la autora critica duramente la hipocresía y la estrechez de miras de sus semejantes. Describe con gran sensibilidad la desesperada cantidad de mujeres cuya única posibilidad en ese momento era casarse bien, lo que, por cierto, no consiguió la hija del pastor George Austen. Por suerte, casi podría decirse, pues en caso contrario quizá no hubiera podido escribir sus maravillosas novelas que han servido de modelo a muchas comedias románticas gracias a su virtuoso dominio del arte de entretener espléndidamente a sus lectores.
Ideas fundamentales
- Orgullo y prejuicio es considerada el prototipo de la comedia romántica.
- Relata cómo una madre ambiciosa intenta casar favorablemente a sus cinco hijas en cuanto le sea posible.
- Jane, la mayor y más bella, parece tener la mejor oportunidad con el rico y encantador soltero Bingley.
- Pero su amigo noble Darcy lo disuade de la relación porque la familia de Jane es sencillamente de dar vergüenza y su nivel social no es el adecuado.
- Al mismo tiempo Darcy se enamora de Elizabeth, la hermana de Jane, pero ella no puede soportarlo y rechaza categóricamente su propuesta de matrimonio.
- La amiga de Elizabeth, Charlotte, se casa con el señor Collins, el pastor tosco e hipócrita, para procurarse seguridad material.
- La hermana menor, Lydia, con un sentimiento de enamoramiento romántico se fuga con el bribón de Wickham, pero Darcy se asegura de que se casen.
- Finalmente, también Jane y Bingley se casan. Solo cuando Darcy vence su orgullo y Elizabeth supera sus prejuicios, la cuarta boda se lleva a cabo.
- Los personajes de la novela se casan por diferentes motivos, de los cuales no todos prometen un matrimonio feliz. Idealmente, las almas gemelas y la fortuna se encuentran.
- Jane Austen describe a personas comunes en situaciones cotidianas y, por ese motivo, es considerada una de las fundadoras de la novela moderna.
- Para hacerlo se limita al pequeño sector de la sociedad que conoce: la nobleza provincial, el clero y la burguesía de los comerciantes.
Resumen
Primeras impresiones
La señora Bennet tiene un problema: cinco hijas casaderas, pero todas sin una dote digna de mención. La noticia del alquiler de Netherfield, la propiedad vecina, llega oportunamente, ya que el nuevo inquilino, Charles Bingley, un caballero joven y soltero, resulta ser un buen partido. No solo es atractivo, amable y abierto, sino también adinerado. Celosamente, las damas de la región observan cómo, durante un baile, él se esmera especialmente por Jane, la mayor y más hermosa de las cinco hermanas Bennet. En cambio, después de la admiración inicial, su amigo Fitzwilliam Darcy solo despierta aversión. El hombre alto y de cabello oscuro ofende a los lugareños con su actitud arrogante y burlona. Baila exclusivamente con las parientes femeninas de Bingley e incluso se expresa despectivamente de Elizabeth, la segunda de las hermanas Bennet. Además, habla tan alto que, inevitablemente, ella escucha sus palabras.
“Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa para ser feliz””.
La señora Bennet intenta todo para emparejar a su hija mayor con el señor Bingley. Cuando las hermanas de este invitan a Jane a cenar, la madre deja que su hija vaya a caballo desde la finca familiar Longbourn hasta Netherfield en lugar de dejarle el carruaje. Espera que llueva y Jane tenga un pretexto para pasar la noche allí. El plan funciona: Jane tiene un fuerte resfriado y debe guardar cama. A la mañana siguiente, Elizabeth recorre a pie las tres millas para hacerle compañía a su hermana. Con las enaguas sucias y las mejillas coloradas, llega a Netherfield. Las arrogantes hermanas Bingley le muestran su desprecio por ello. En cambio, Darcy está cada vez más impresionado por su actitud vivaz e ingeniosa y sus ojos inteligentes. Sin embargo, se siente dividido entre la admiración por Elizabeth y el desprecio por su parentela. Puesto que la señora Bennet proviene de una familia de simples abogados, es insoportablemente ruidosa, inculta y sus modales son vergonzosamente malos. De las tres hermanas menores, la bibliómana Mary se distingue por sus comentarios sabihondos y su horrible voz cantante, mientras Kitty y Lydia coquetean descaradamente con los oficiales.
Visita inesperada
Mientras tanto, el señor Collins, el párroco, un pariente lejano del señor Bennet ha anunciado su visita a Longbourn. Según la ley de sucesión, él heredaría la casa solariega a la muerte del señor Bennet, una pesadilla para la señora Bennet. Para sorpresa de todos, el pomposo señor Collins le hace una propuesta de matrimonio a la horrorizada Elizabeth. Está convencido de que ella aceptará una oferta tan generosa para recibir la propiedad familiar. Pero cuando Elizabeth se rehúsa, al principio considera que se trata de una afectación propia de las damas y plantea con autosuficiencia una segunda propuesta. Sin embargo, la apresurada aseveración de la señora Bennet de que ella eliminará la obstinación de Elizabeth, lo hace dudar, pues como párroco, no puede permitirse una esposa caprichosa. Además, está decidido a presentarle a su regreso una esposa a su venerada bienhechora lady Catherine de Bourgh. Al día siguiente, le hace una propuesta de matrimonio a la amiga de Elizabeth, Charlotte. Esta acepta. ¿Qué otra cosa puede hacer –le explica a la desconcertada Elizabeth– a la avanzada edad de 27 años con una apariencia y fortuna mediocres? Elizabeth, por el contrario, cree en el verdadero amor. Se siente atraída por el apuesto y encantador oficial Wickham, quien le ha dado más razones para desconfiar de Darcy, ya que, según dice Wickham, este le ha estado estafando vergonzosamente su herencia. El padre de Wickham era el administrador de la finca de los Darcy, por ello le había sido legado a su hijo un lucrativo puesto de párroco. Pero el joven Darcy había pasado por alto el testamento y le había otorgado el puesto a otra persona. Elizabeth está indignada y rechaza la prudente advertencia de Jane de escuchar primero la versión de Darcy ante tales acusaciones.
Esperanzas frustradas
Mientras tanto, Jane apenas puede notar lo decepcionada que está, pues mientras que su madre todavía se jacta de la inminente boda entre ella y el señor Bingley, este viajó a Londres sin una palabra de despedida. Caroline, la hermana de Bingley, no le da en sus cartas ninguna esperanza de que regrese. En su lugar, le señala que su hermano se enamoró de la encantadora señorita Darcy. De naturaleza desinteresada, dulce y bondadosa, Jane acepta este cambio. Elizabeth, en cambio, está convencida de que el señor Darcy y las hermanas Bingley han separado a los amantes.
“No está mal, pero no es lo suficientemente guapa como para tentarme. Además, no estoy de humor para atender a las jóvenes a las que otros hombres han pasado por alto””.
La visita del hermano de la señora Bennet, el señor Gardiner, y su esposa trae una grata distracción. Ambos proponen llevarse a Jane unos meses a Londres, para que ahí pueda tener otros pensamientos. Antes de irse, la señora Gardiner le advierte a Elizabeth que no se enamore de Wickham. La falta de fortuna hace que esta sea una relación muy desfavorable. Elizabeth lo comprende bien, pero no quiere descartar el amor imprudente. Sin embargo, poco tiempo después Wickham toma la decisión por ella: se vuelve hacia una joven sin encanto pero rica y abandona a Elizabeth.
La segunda propuesta de matrimonio
Elizabeth visita a su amiga Charlotte en Hunsford y pasa mucho tiempo en la suntuosa finca de lady Catherine de Bourgh, a quien, en sus comentarios ampulosos, el señor Collins ha convertido es una verdadera santa. Pero la noble dama resulta ser autoritaria, pedante e, incluso, a menudo ofensiva. Por consiguiente Elizabeth se siente casi aliviada por el cambio cuando el señor Darcy y su primo el coronel Fitzwilliam visitan a lady Catherine, que es su tía. La dueña de la casa está absolutamente decidida a comprometer a Darcy con su hija enferma. Pero ambos caballeros se encuentran ostentosamente con frecuencia en la casa parroquial donde Elizabeth está de visita. Y, para su sorpresa, cada vez que Elizabeth sale a pasear al parque, se encuentra en el camino al señor Darcy.
“Sí, en efecto, la vanidad es una debilidad. Pero, ¿el orgullo? Donde en verdad prevalece la superioridad intelectual, el orgullo será siempre moderado””.
Un día, la va a visitar solo y le revela su ardiente amor. Consciente de los humildes orígenes de ella, había luchado durante mucho tiempo contra eso, pero fue en vano. En su apasionado discurso, Darcy no se da cuenta de que irrita intensamente a Elizabeth con tales explicaciones. Además, justo antes de su propuesta de matrimonio, se había enterado por el coronel Fitzwilliam que, en efecto, Darcy había intrigado activamente en contra de la relación de Bingley con Jane. Para sorpresa y enojo de Darcy, ella rechaza su propuesta. El motivo: encuentra ofensivo ser apreciada en contra de la voluntad y la razón. Además, también lo acusa de haberle quitado su herencia a Wickham y su felicidad a Jane y Bingley. Darcy sale de la casa irritado.
Palabras aclaratorias
Al día siguiente espera otra vez a Elizabeth en el parque y le entrega una larga carta en la que expone sin resentimiento su visión de las cosas y deja al descubierto a Wickham como un mentiroso y tramposo. En realidad él nunca quiso ser párroco. En lugar de la parroquia, Darcy le dio una suma considerable para que pudiera estudiar jurisprudencia. Después de que Wickham despilfarró el dinero, todavía quería la parroquia y Darcy lo rechazó. Al final, Wickham intentó fugarse con la hermana de 15 años de Darcy para conseguir su dinero. En cuanto a la hermana de Elizabeth, Jane, en opinión de Darcy, con su actitud controlada y amable, nunca dio la impresión de corresponder a los sentimientos de Bingley. En esto, admite en la carta, puede haber estado equivocado. Pero el comportamiento embarazoso y sin tacto de la señora Bennet y sus tres hijas más jóvenes lo convenció de la necesidad de impedir la relación entre ambos.
“Elizabeth, te enfrentas a una desdichada alternativa. De hoy en adelante tendrás que ser una extraña para uno de tus padres. Tu madre no quiere volver a verte si no te casas con el señor Collins, y yo no quiero volver a verte si lo haces””.
La carta dejó pensativa a Elizabeth. La opinión de Darcy sobre su familia la avergüenza, pero secretamente tiene que darle la razón. A su regreso a Longbourn es recibida por Kitty y Lydia con pláticas tontas sobre hombres y moda. Están inconsolables de que el regimiento sea trasladado a Brighton. Cuando una amiga invita a Lydia a pasar el verano con ella y su esposo en Brighton, Elizabeth intenta convencer a su padre de impedir ese viaje sin éxito.
Reencuentro en Pemberley
Sin embargo, las preocupaciones por la moral relajada de Lydia se olvidan pronto. Elizabeth acompaña a los Gardiner en un viaje de verano a Derbyshire, donde la señora Gardiner pasó parte de su juventud. Allí también está Pemberley, el castillo rural del señor Darcy. Después de haberse asegurado de la ausencia de Darcy, Elizabeth visita el castillo. El enorme bosque y la integración de buen gusto de la mansión en el fascinante paisaje natural superan todas sus expectativas. Para su asombro, por el ama de llaves se entera de que el señor Darcy es el caballero más amable y gentil del mundo. Y como lo quiere el destino, en el camino de regreso, tropieza con él, que llega a Pemberley un día antes de lo previsto. Elizabeth está tan desconcertada que apenas puede decir una palabra. Darcy está irreconocible: la trata a ella y a sus parientes con gran respeto, es comunicativo y amable, sin rastro de orgullo ni clasismo. En los días siguientes les presenta a su hermana y busca su compañía siempre que es posible. Por esa razón es que está presente cuando llega una carta funesta de Jane: Lydia se ha fugado con Wickham. Al principio dijeron que querían ir a Escocia para casarse. Pero luego se supo que el oficial no pensaba para nada en una boda y que, en cambio, se estaba escondiendo con Lydia en Londres. Durante el informe, Darcy apenas habló. Elizabeth ve desaparecer todas las esperanzas de poder reavivar el amor. La deshonra de su familia es demasiado grande.
En busca de Lydia
Los Gardiner y Elizabeth viajan a Longbourn lo más rápido que les es posible. Antes de su regreso a Londres la señora Bennet le dice a su hermano, el señor Gardiner, que debe conseguir que Lydia se case de inmediato, si la encuentra. En lo que a comprar ropa se refiere, ¡primero debería consultar a su madre! Sin embargo, una boda parece muy lejana: Wickham tiene muchas deudas. ¿Qué podría hacerlo casarse con Lydia, que casi no tiene recursos? Finalmente, le llega una carta al señor Gardiner: Lydia y su amante están bien. Wickham solo se casará con ella con la condición de recibir cien libras al año y la parte de Lydia de la escasa herencia. El señor Bennet acepta a regañadientes. Sin embargo, en vista de esta exigencia relativamente modesta, sospecha que el señor Gardiner sobornó al endeudado oficial con una suma considerable.
“No soy romántica y nunca lo he sido. Solo deseo un hogar agradable y, teniendo en cuenta el carácter del señor Collins, sus relaciones y su posición, mis posibilidades de ser feliz son iguales a las de la mayoría de las personas que se casan””.
Lydia y Wickham no muestran vergüenza ni remordimiento cuando, poco después, visitan a la familia. La recién casada se burla de Jane por solterona y se vanagloria en todas partes de su anillo de bodas. Además, también menciona que Darcy estuvo presente en la boda. Por la señora Gardiner, Elizabeth por fin se entera de lo que sucedió realmente en Londres: no fue el señor Gardiner sino Darcy el que encontró a ambos en su escondite, pagó las deudas de Wickham y le dio dinero extra para que se casara con Lydia. Pero no quería que nadie de la familia Bennet supiera nada al respecto.
Doble felicidad
Incluso antes de que los chismosos del lugar hubieran discutido exhaustivamente la deshonrosa boda, la fábrica de rumores se puso en marcha otra vez: el señor Bingley regresó a Netherfield con el señor Darcy. Muy pronto queda claro que el señor Bingley todavía está enamorado de Jane. Elizabeth siente que, esta vez, tiene el consentimiento de su amigo. Una noche la madre saca a todas las hermanas del salón para que, finalmente, Bingley se quede a solas con Jane y le pueda proponer matrimonio con éxito.
“Hay pocas personas a las que quiero de verdad y muchas menos de las que pienso bien. Cuanto más conozco el mundo, menos me satisface””.
Darcy, por el contrario, para decepción de Elizabeth, se muestra reservado y taciturno y pronto parte solo para Londres. Sorpresivamente, poco después apareció en Longbourn la tía de Darcy, lady Catherine de Bourgh, quien exige hablar de inmediato a solas con Elizabeth pues ha llegado a sus oídos que Darcy quiere proponerle matrimonio a Elizabeth. ¡Eso es imposible, porque ella ya lo tiene destinado para su hija! Apela al sentido del deber y el honor de Elizabeth y trata de arrancarle la promesa de renunciar a Darcy. En vano. Echando pestes, abandona Longbourn y anuncia que personalmente hará cambiar de opinión a su sobrino. Pero con este plan logra exactamente lo contrario. Con la esperanza reforzada por la perorata de su tía de que Elizabeth todavía sintiera algo por él, Darcy sale corriendo de Londres en busca de ella y se atreve a hacerle una segunda propuesta de matrimonio. Ella acepta loca de alegría.
Acerca del texto
Estructura y estilo
Orgullo y prejuicio une una trama principal –la historia de Darcy y Elizabeth– con varias historias paralelas o contrastantes. En la primera mitad de la novela, malentendidos casuales y otros sembrados deliberadamente hacen que los dos protagonistas se alejen uno del otro. Casi exactamente a la mitad del libro, después de la primera propuesta de matrimonio fracasada de Darcy, la distancia entre ellos se hace mayor, se llega al clímax. De ahí en adelante, ambos se mueven lentamente el uno hacia el otro para unirse al final en armonía. La historia se narra principalmente en tercera persona desde la perspectiva de Elizabeth. Pero la autora también le proporciona al lector un mayor grado de conocimiento o ventaja emocional frente a la protagonista femenina; de esta manera, refuerza su participación emocional. Se sabe, por ejemplo, mucho antes que Elizabeth, lo que Darcy siente por ella, pero los protagonistas todavía tienen que sufrir muchos reveses antes de poder superar todos los obstáculos.
El recurso estilístico más importante es la ironía con la que Jane Austen critica duramente la ignorancia y la estrechez de miras de algunos de sus personajes sin parecer odiosa. Los personajes grotescos como la señora Bennet o el párroco Collins proporcionan un desahogo cómico en el accidentado camino hacia el inevitable final feliz.
Planteamientos de interpretación
- Orgullo y prejuicio proporciona un agudo retrato de las costumbres matrimoniales en la provincia inglesa a principios del siglo XIX. Conseguir un “buen partido” era la única oportunidad para que las mujeres de esa época obtuvieran reconocimiento social y seguridad económica.
- Los motivos para casarse de los personajes son muy diferentes. Los que solo buscan seguridad material en el matrimonio nunca serán felices, como lo muestra el ejemplo de Charlotte. A pesar de ser rico, Elizabeth solo le da el sí a Darcy cuando este se ha purificado moralmente ante sus ojos. Por el contrario, el amor romántico por sí solo no es la base de una unión feliz, como lo demuestra la aventura de Lydia. Para las mujeres en su situación solo había dos alternativas: el matrimonio o la prostitución.
- Las diferencias de clase menores parecen aceptables cuando los caracteres de ambos cónyuges se complementan. De esta manera, Darcy supera su clasismo inicial cuando conoce a Elizabeth más de cerca y aprende a valorar su inteligencia. Austen deja en claro que el carácter, el intelecto y los modales no dependen del origen. La noble lady Catherine es tosca y desconsiderada, mientras que los burgueses Gardiner son un modelo de comportamiento moral y noble.
- Jane Austen solo escribe sobre lo que conoce por experiencia propia. Su novela se lee –consciente o inconscientemente– como una parodia de la limitada visión del mundo de su clase.
- La autora representa los valores tradicionales como la disciplina, la moralidad y la virtud femenina. Los puntos de vista socialmente revolucionarios están lejos de ella. Sin embargo, el nombre de Austen está inseparablemente vinculado a una revolución: renovó el género literario de la novela al centrarse en personas comunes en situaciones cotidianas. Por esa razón, muchos la consideran la fundadora de la novela moderna.
Antecedentes históricos
Idilio provincial en tiempos turbulentos
Orgullo y prejuicio se publicó en 1813 en una época de profundos cambios políticos y económicos. Las Guerras Napoleónicas habían dejado en llamas a casi toda Europa; Gran Bretaña se desarrolló como consecuencia de la Revolución Industrial y de la expansión imperial del “taller de manufactura del mundo”, mientras que en las ciudades aumentó la miseria y el descontento de los proletarios. Ellos y las masas de campesinos empobrecidos entendían muy poco de los desenfrenos y despilfarros del príncipe de Gales y posterior rey Jorge IV, que en el “periodo de regencia” de 1811-1820 gobernó como príncipe regente en lugar de su padre Jorge III, que había perdido la razón. Sin embargo, todo este trasfondo histórico no tuvo resonancia alguna en la obra de Jane Austen, pues redujo sus novelas al mundo ileso de la nobleza rural, el clero y la burguesía de comerciantes en las comunidades rurales. En la historia de la literatura, en ese momento coincidieron las épocas del clasicismo, el romanticismo y el realismo. Sin embargo, la obra de Jane Austen no se puede clasificar en ninguna de estas categorías.
Origen
Jane Austen escribió la primera versión de Orgullo y prejuicio en 1797, cuando apenas tenía 22 años. Su padre le presentó el escrito a un editor, pero este se negó sin siquiera echarle una mirada. El manuscrito se encuentra desaparecido hasta la fecha. En los 16 años que pasaron entre la primera redacción y la versión final, la autora realizó numerosos cambios. Sin embargo, no se sabe cuándo ni en qué medida se llevaron a cabo. Al igual que ocurrió dos años antes con su novela Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio apareció anónimamente en 1813. La única referencia al autor fue: “By a Lady” (por una dama). En una carta a su hermana Cassandra, la propia Jane Austen caracterizó a su libro, al que autodenominó “hijo favorito”, como demasiado ligero, luminoso y chispeante”. Pero precisamente estas características de la novela son las que siempre han fascinado a los lectores, porque los personajes, descritos con mucho ingenio e ironía, surgen del entorno inmediato de la autora y de la experiencia de su vida. Por ejemplo, el padre de familia de la novela, el señor Bennet, tiene un paralelismo con el propio padre de Austen. También las propuestas de matrimonio posiblemente tuvieron una inspiración autobiográfica; a los 27 años de edad, Jane Austen recibió la propuesta de un joven, a la que calificó de “torpe e incómoda”. Aunque ella no lo amaba, inicialmente aceptó, solo para retirar su consentimiento al día siguiente.
Historia de la influencia de la obra
Orgullo y prejuicio se convirtió rápidamente en un gran éxito. La primera edición, de aproximadamente mil 500 ejemplares, se agotó después de pocos meses y la segunda salió en el mismo año. Las lectoras y lectores de Austen parecían totalmente aliviados de experimentar situaciones cotidianas y comprensibles y poder sufrir y reír con personas que parecían haber sido sacadas de sus propias vidas. El comentario de Annabella Milbanke (más tarde lady Byron) poco después de la primera publicación, lo resume en pocas palabras: “No se apoya en ninguno de los recursos habituales de las novelas, no hay ahogados, ni incendios, caballos desbocados, perros falderos o loros; tampoco camareras, ni sombreras, ni duelos ni disfraces”.
Respecto a Jane Austen difieren las opiniones: sir Walter Scott valoraba su talento para hacer que las cosas cotidianas y los personajes fueran interesantes mediante un estilo narrativo sincero. Otros, como por ejemplo Charlotte Brontë, Mark Twain o Ralph Waldo Emerson, criticaron la atmósfera estéril de una sociedad estancada en la tradición, así como una temática que parecía estar limitada a una sola pregunta: ¿Tiene él o ella suficiente dinero para casarse? Mientras que los intérpretes victorianos elogiaban las novelas de Austen porque sostenían las virtudes domésticas y proporcionaban a las mujeres valiosas enseñanzas, un siglo después, sus seguidoras feministas opinaron que también se podían encontrar en ellas elementos subversivos.
Un brote de popularidad aumentó las muchas adaptaciones y películas del libro, entre ellas, la popular serie de televisión de seis capítulos que la BBC realizó, con Colin Firth y Jennifer Ehle en los papeles principales. Incluso la taquillera película El diario de Bridget Jones, donde también actúa Colin Firth, pero en el papel del galante abogado Mark Darcy, se basa en el contenido original de hace 200 años. Muchas de las novelas del género conocido como chick-lit, que en su mayoría tratan de citadinas a la moda que aspiran ascender en la caza de hombres, se consideran dentro de la tradición de Jane Austen, una afirmación que los verdaderos fanáticos de la autora rechazan indignados.
Sobre la autora
Jane Austen nació en Steventon, Hampshire, el 16 de diciembre de 1775 como la séptima hija del párroco George Austen y su esposa Cassandra. Jane y su hermana mayor Cassandra, muy cercana a ella, solo recibieron una educación básica de aproximadamente cinco años. Luego continuaron su educación en casa y aprendieron a pintar y tocar el piano, pero, sobre todo, se cultivaron en la biblioteca de su padre. Jane empezó a escribir a los 12 años. Durante ese tiempo, surgieron numerosas obras juveniles que más tarde fueron revisadas. Entre 1795 y 1799 escribió las primeras versiones de sus novelas publicadas más tarde. Sus contemporáneos describen a la joven Jane como una entusiasta bailarina y espectadora de teatro. Tuvo algunos admiradores, pero no parecía estar especialmente interesada en casarse. Al igual que su hermana Cassandra, permaneció soltera. Cuando falleció su padre en 1805, las hermanas y su madre pasaron a depender financieramente de los hermanos de Jane. Esta época se caracterizó por cambios frecuentes de residencia entre Bath, Londres, Clifton, Warwickshire y Southampton, así como por estancias más cortas con varios parientes. En 1809 finalmente las tres mujeres se establecieron en el pueblo de Chawton, Hampshire. La estabilidad recuperada despertó nuevas fuerzas creadoras en Jane. Preparó para su publicación Sentido y sensibilidad (1811) y Orgullo y prejuicio (1813). En 1814 apareció Mansfield Park y en 1816, Emma. En ese momento Jane Austen ya era una autora muy leída, aunque anónima. Murió el 18 de julio de 1817 a la edad de 41 años, probablemente debido a la enfermedad de Addison, cuya causa en ese entonces era desconocida e intratable. Las novelas Persuasión y La abadía de Northanger se publicaron póstumamente en 1818. Solo en ese momento, el hermano de Jane, Henry, dio a conocer la autoría de las seis obras.
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