Las organizaciones necesitan nuevas ideas, ya sean innovaciones a gran escala o pequeñas mejoras. Los buenos líderes les piden a sus trabajadores que contribuyan, pero con demasiada frecuencia esas solicitudes no producen nada porque los trabajadores no creen en sus jefes o porque en el pasado los jefes castigaron a los trabajadores por haber dicho lo que piensan. Los consultores David Dye y Karin Hurt ofrecen una solución: una cultura valiente en la que la gente hable y sepa que sus líderes escuchan y valoran sus ideas. Los autores ofrecen explicaciones metódicas, muchos ejemplos y ejercicios útiles que las empresas pueden utilizar para aumentar la apertura y la creatividad y empoderar a sus empleados.
Su organización necesita una cultura valiente.
Existe una desconexión en muchos sectores: los trabajadores tienen ideas, pero piensan que sus empleadores no quiere escucharlas. Los líderes buscan nuevas ideas y creen que envían ese mensaje, pero los empleados no creen que los líderes los escucharán.
Esa desconexión paraliza la innovación y dificulta a las empresas obtener resultados. La gente permanece callada porque el silencio se siente más seguro, pero el silencio significa que se cometen errores, e incluso que se ocultan. Las ideas débiles atraviesan el sistema porque nadie se opone, lo que resulta en frustración y fracaso. Pero hay otro camino: establecer una cultura valiente.
En una cultura valiente, todos se esfuerzan por mejorar la empresa. Los líderes preguntan qué está mal y escuchan cuando la gente se lo dice. Los pequeños innovadores, los solucionadores de problemas y los defensores del cliente conforman las culturas valientes. Los microinnovadores buscan pequeñas formas de mejorar. Los solucionadores de problemas arreglan las cosas que no funcionan. Los defensores del cliente hablan en nombre de los clientes, porque conocen sus puntos...
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