Esquilo
Los persas
Что внутри?
La tragedia más antigua que se ha conservado en la historia de la literatura escenifica la lucha entre dos culturas políticas.
- Tragedia
- Antigua Grecia
De qué se trata
Una antigua lucha de culturas
Cuando Esquilo escribió Los persas en 472 a. de C., la batalla naval de Salamina, de la cual trata la obra, ya había ocurrido ocho años antes. No solo fue inusual su elección de un tema histórico contemporáneo en lugar del mítico habitual, sino también su implementación: Esquilo narra la guerra desde la perspectiva de los enemigos derrotados, los persas, que, según la versión de la obra, habían provocado la ira de los dioses al cruzar el estrecho entre Asia y Europa. En lugar de celebrar el triunfo, Esquilo invita a sus contemporáneos a ponerse en el lugar de sus adversarios derrotados. Al mismo tiempo, hace que la pequeña polis ática, que había logrado destruir al ejército persa numéricamente superior, brille con esplendor. Aquí no solo chocan dos estados, sino también dos culturas políticas incompatibles: la democracia contra el despotismo, los atenienses amantes de la libertad contra el gigantesco imperio persa con su monarca reverenciado como dios a la cabeza. Sobre todo, desde este punto de vista, la obra sigue siendo fecunda en la actualidad.
Ideas fundamentales
- La obra teatral Los persas de Esquilo, estrenada en el año 472 a. de C., es la tragedia más antigua que se conserva en la historia de la literatura.
- Contenido: El rey persa Jerjes sufrió una severa derrota en la batalla naval de Salamina cuando intentaba conquistar Grecia. Su padre Darío considera esto como el justo castigo por el comportamiento arrogante de Jerjes, pues al atravesar el estrecho entre Asia y Grecia, provocó la ira de los dioses.
- Un mensaje de la obra es que el hombre no puede transgredir sus límites y debe soportar el sufrimiento que le deparan los dioses.
- La obra no trata, como lo exigía el género, de un tema mítico, sino de una historia contemporánea al autor.
- Describe la batalla de Salamina, ocurrida en el año 480 a. de C., desde la perspectiva de los persas y le pide al público griego que se identifique con el enemigo derrotado.
- Esquilo escenifica un enfrentamiento entre dos culturas políticas: el imperio persa monárquico y la polis democrática.
- De esta manera proporcionó el fundamento ideológico de la ciudad-Estado ática.
- El drama Los persas surgió en la fase tardía de la obra de Esquilo.
- Al restringir el papel del coro e introducir un segundo autor, Esquilo abrió nuevos horizontes para el teatro.
- Cita: “Porque la arrogancia, al florecer, tiene como fruto la espiga de la temeridad, de donde se siega una cosecha llena de lágrimas”.
Resumen
Salida hacia la guerra
El consejo de ancianos del gran rey persa, representado por el coro, informa sobre la campaña persa contra los griegos: hombres jóvenes de todo el país han abandonado sus hogares y seguido el llamado del rey persa Jerjes para someter a Grecia. A caballo, en barcos y a pie se trasladan allí, forman un ejército enorme, aterrador, invencible y lleno de espíritu de lucha. Con mirada ardiente, el soberano impulsa a sus hombres para cumplir el antiguo destino de los persas: ir a la guerra. Los hombres salieron en masa como un enjambre de abejas, dejaron solas a sus mujeres enlutadas y cruzaron el estrecho entre Europa y Asia.
El sueño de Atosa
El corifeo saluda respetuosamente a Atosa, la madre de Jerjes y viuda de Darío, que llega en un carruaje con un gran cortejo y lujosamente vestida. Preocupada por su hijo, ha dejado el palacio real en Susa. También le preocupa el bienestar del país que Darío construyó ahora que no hay hombres que lo defiendan. En su angustia, le pide al consejo de ancianos que le indique lo que debe hacer.
“De los persas que han marchado hacia la tierra de la Hélade, estamos aquí los llamados fieles, los guardianes del palacio rico y lleno de oro, que por su antigüedad y categoría, el propio Jerjes, nuestro señor y rey, hijo de Darío, eligió para cuidar a su país”.
Después de que el corifeo le ha asegurado la lealtad del consejo de ancianos, Atosa relata un sueño que tuvo la noche anterior. Dos hermosas mujeres altas –una vestida con ropaje persa y la otra con traje griego– discutían entre sí. Cuando Jerjes se dio cuenta, trató de calmarlas. Las unció a su carruaje y les puso un yugo sobre el cuello. Una se sometió, la otra se encabritó, partió en dos los arreos, rompió el yugo y arrastró el carro por las riendas tras de sí. Incluso derribó a Jerjes. Cuando su padre acudió a su lado y lo compadeció, Jerjes rasgó sus vestidos.
“Tal es la flor de los guerreros de la tierra persa que se han marchado, por ellos, toda la tierra de Asia, que los nutrió, sufre con ardiente nostalgia, y sus padres y esposas, temblando de miedo, cuentan los días, el tiempo, que cada vez se prolonga más”.
Cuando se levantó a la mañana siguiente, siguió contando Atosa, había dejado ofrendas de sacrificio a los daimones en el altar para alejar la desgracia. Entonces, observó horrorizada cómo un halcón se lanzaba sobre un águila y le rasgaba la cabeza con sus garras. El águila se había entregado sin resistencia al halcón.
“Pero ¿qué mortal puede escapar del astuto engaño de un dios”?
Atosa sabe que, si su hijo regresa victorioso de la guerra, lo admirarán, pero incluso si regresa derrotado, no tiene que darle explicaciones a nadie y aun es el soberano del país. El corifeo le aconseja a Atosa que pida ayuda a los dioses. Además, debe ofrecer libaciones a los muertos y pedirle a su difunto esposo, que apareció en su sueño por la noche, que envíe del inframundo cosas buenas para ella y su hijo. Entonces todo saldrá bien.
“No se dicen siervos ni vasallos de nadie”.
Atosa promete seguir las instrucciones del coro. Pero todavía tiene una pregunta: ¿dónde está realmente Atenas? Lejos hacia occidente, responde el corifeo. ¿Por qué su hijo está tan ansioso por conquistar esta ciudad? Porque quiere someter a toda Grecia, explica el corifeo. Los helenos tenían un ejército que no estaba armado con arcos y flechas, sino con lanzas y escudos para el combate cuerpo a cuerpo. No estaba dirigido por un solo hombre y los soldados no son siervos ni vasallos de nadie. Atosa quiere saber cómo podrían así enfrentar el ataque del enemigo. Pero el corifeo le recuerda que anteriormente los griegos habían destruido un gran ejército persa, a saber, el de Darío.
La terrible noticia
Un mensajero trae la noticia de que los persas fueron derrotados en la batalla, la “flor y nata de los hombres” del país fue destruida de un solo golpe. Interrumpido constantemente por las quejas del coro, el mensajero describe lo que vio: Salamina, el lugar de la batalla, y la tierra que la rodeaba estaban llenas de cadáveres, muchos jefes habían sido alcanzados por lanzas y habían muerto dolorosamente. Sus arcos no les habían servido de nada a los persas. Gracias a un ardid de guerra y a la ayuda divina, los barcos griegos –aunque numéricamente muy inferiores– habían derrotado al poder naval persa. Con espíritu combativo y la voluntad de ganar, los barcos griegos habían embestido a los de la flota persa, los acorralaron y, finalmente, los destruyeron. Nunca tantas personas habían resultado muertas en un solo día; los gritos de los moribundos se escucharon hasta altas horas de la noche.
“¡Oh, ciudades de toda la tierra de Asia, oh tierra de los persas y enorme puerto de riquezas! Como de un solo golpe ha sido destruida la gran felicidad y ha caído ahí la flor de los persas”.
Pero esto fue solo el principio, informa el mensajero: Jerjes envió a sus guerreros a una pequeña isla cerca de Salamina. Desde allí, iban a masacrar a los griegos que habían caído de los barcos al agua y a rescatar a su propia gente. Sin embargo, los griegos se pusieron la armadura y tomaron la isla por asalto mediante una maniobra de cerco. Acribillaron con piedras y flechas a los persas, que ahora estaban atrapados, y mataron hasta el último hombre. Desde su puesto de observación en una alta colina junto al mar, Jerjes presenció la masacre de sus hombres. Desesperado, rasgó sus vestiduras y lanzó un estridente chillido antes de huir.
Los horrores de la guerra y el sufrimiento
Atosa está profundamente conmocionada por la magnitud del desastre, pero al mismo tiempo aliviada porque Jerjes está vivo. Maldice al daimón que engañó tanto a los persas. Su hijo quería vengarse de Atenas por la batalla de Maratón y con ello trajo un terrible sufrimiento a los persas. El mensajero continúa con la descripción de los horrores de la guerra: después de la derrota, los pocos barcos persas intactos que quedaban habían huido sin rumbo, los soldados sobrevivientes habían muerto de hambre o se habían deshidratado, congelado o ahogado, o habían muerto de agotamiento. Solo unos pocos sobrevivieron a la fatiga y ahora estaban de camino a casa. Toda la juventud del país está perdida.
“¡Otototoi! Te refieres a los cadáveres de seres queridos, revolcados por las olas, sumergidos en sal, arrastrados entre tablones flotantes”.
También el corifeo acusa al daimón de haber causado tanto dolor y angustia a los persas. Atosa evoca una vez más el sueño que anunció el desastre y le reprocha al consejo de ancianos que hayan tomado a la ligera sus premoniciones. Sin embargo, quiere seguir su consejo de orar a los dioses y ofrecer sacrificios a los muertos. Es verdad que no puede deshacer lo ocurrido, pero espera que el futuro sea mejor. Se dirige al palacio para recoger las ofrendas. Si su hijo llega mientras tanto, le pide al consejo de ancianos que lo consuele y le dé valor. Teme que, de lo contrario, se haga algo a sí mismo.
El fin del imperio persa
El coro se dirige a Zeus, que destruyó al ejército grande y orgulloso de los persas y sumió a todo un país en un profundo luto. Se une al lamento de las mujeres que lloran desesperadamente y rasgan sus velos de dolor. Lloran la muerte de sus maridos, con quienes –de recién casados– se habían rendido a las alegrías del amor. El rey Jerjes, dice el coro, actuó irracionalmente cuando condujo a sus hombres a Grecia. Los barcos griegos destruyeron la flota persa con embestidas y ahora el sufrimiento es grande. En las casas faltan los hombres, los padres lamentan la pérdida de sus hijos. Asia entera está despoblada y el rey persa perdió su poder. Los pueblos gobernados por él ya no le mostrarán respeto y ya no estarán dispuestos a pagar tributo. En lugar de eso, se rebelarán.
“Sin embargo, es necesario que los mortales soporten el sufrimiento enviado por los dioses”.
Mientras tanto, Atosa, acompañada de sus sirvientes, ha regresado del palacio con las ofrendas. Dejó su carruaje y cambió su apariencia suntuosa por un sencillo vestido de luto. La desgracia que ha caído sobre ella ha enturbiado su visión del mundo. Por todas partes ve la enemistad de los dioses y en sus oídos retumba un ruido que no promete curación. Ahora quiere ofrecerle sacrificios a Darío, el difunto padre de su hijo, para calmarlo: la leche de una vaca, miel, agua pura de manantial, buen vino, aceite especiado y coronas de flores. Le pide al coro que cante canciones solemnes y llame así a Darío.
La visita del reino de los muertos
El coro llama a los daimones del inframundo, así como al “bendito rey divino” Darío para que venga del inframundo. Nunca el más grande de todos los soberanos se había precipitado a ciegas a la guerra. Fue respetado por su pueblo, con razón, como consejero divino.
“¡Oh, Zeus, rey! Ahora has destruido el ejército orgulloso y rico en hombres de los persas y has cubierto las ciudades de Susa y Ecbatana con un oscuro duelo”.
Convocado por los cantos fúnebres, el espíritu de Darío aparece sobre su tumba y empieza a hablar: es más fácil entrar en el reino de los muertos que volver a salir, pero como tenía influencia con los dioses subterráneos, lo había logrado. Quería saber qué desgracia cayó sobre los persas que lo llaman tan lastimeramente.
“Los mortales sufren, porque es propio de los humanos. Si la vida se prolonga durante mucho tiempo, muchos males llegan del mar a los hombres, muchos de la tierra”.
Darío le pide al coro que hable sin vergüenza, pero que sea breve. No tiene mucho tiempo y debe regresar pronto al inframundo, pues, de lo contrario, sería reprendido por su indolencia. Mientras el coro está pasmado por respeto, Darío se dirige a Atosa. Le pide que deje de llorar y lamentarse. El sufrimiento es parte de la vida. Atosa obedece e informa que el poder de los persas fue completamente destruido y no, como Darío sospechó en un principio, por una plaga o un levantamiento en el imperio, sino por la guerra: el impulsivo Jerjes había llevado al ejército a su aniquilación total. Darío quiere saber cómo se las arregló Jerjes para llegar a Atenas a pie con ese gigantesco ejército. Se asombra cuando Atosa le cuenta que su hijo había franqueado el Helesponto. ¡Una idea tan insensata solo se la pudo sugerir a Jerjes un daimón! La noticia de que todo el ejército persa fue destruido por las lanzas enemigas conmociona a Darío. No puede concebir que por culpa de su hijo el imperio persa haya sido privado de sus hombres. La ciudad de Susa, por ejemplo, dice Atosa, está completamente despoblada. Qué desperdicio de fuerza joven, piensa Darío.
“Porque la arrogancia, al florecer, tiene como fruto la espiga de la temeridad, de donde se siega una cosecha llena de lágrimas”.
El difunto rey critica a su hijo. Al franquear el sagrado Helesponto, Jerjes se había enfrentado al dios Poseidón. Tendría que estar mentalmente enfermo quien, como mortal, se permitiera querer dominar a los dioses. Por la insensatez de su hijo, Darío ve en peligro toda la riqueza que con tanta dificultad acumuló. Atosa culpa a los “hombres malos” bajo cuya influencia estaba Jerjes: lo habían convencido de que le faltaba virilidad y que no estaba en condiciones de aumentar el bienestar transmitido por su padre. Las continuas pullas finalmente lo llevaron a su ataque a Grecia. Darío enumera a los soberanos anteriores que gobernaron el imperio persa de una manera generalmente prudente y habían acrecentado el área de dominio. También él había emprendido muchas campañas como rey, pero nunca había hecho tanto daño a su país. Pero Jerjes había hecho caso omiso con arrogancia adolescente de todos los consejos paternos.
El regreso de Jerjes
El coro le pregunta al espíritu del rey qué puede hacer el pueblo persa para enfrentar las consecuencias de la catástrofe y recuperar la confianza. No continuar la guerra contra los griegos, es la respuesta, aun si el propio ejército sigue siendo grande. La tierra natal de los griegos es su aliada, pues deja que los atacantes mueran de hambre. Los persas cometieron el error de incendiar templos griegos, robar estatuas de dioses y destruir altares y santuarios. Una osadía así de los mortales contra los dioses siempre es castigada severamente.
“Porque Zeus es, te lo digo yo, el vengador de los pensamientos demasiado soberbios y es un severo corrector”.
Antes de que Darío vuelva a desaparecer, le pide a Atosa que calme al desesperado Jerjes. Aconseja a los ancianos que se alegren diariamente incluso en momentos de apuro, porque los difuntos ya no se benefician de la riqueza.
Después de que Atosa se va al palacio para traer un traje suntuoso para Jerjes, el coro canta una canción de alabanza al antiguo soberano Darío, que siempre había guiado a sus soldados gloriosa y felizmente de vuelta a casa. Entonces llega Jerjes con la vestimenta rasgada y la aljaba vacía. Se dirige al daimón que ha causado tal sufrimientos a los persas. En alternancia con el coro, lamenta su destino y la muerte de tantos compañeros. Los miembros del coro siguen sus instrucciones. Lloran y gritan, se golpean el pecho, se arrancan los cabellos, se rasgan la ropa y llevan a Jerjes al palacio con fuertes quejas.
Acerca del texto
Estructura y estilo
El drama Los persas de Esquilo sigue la estructura de la tragedia clásica, que presenta una forma compleja de palabra hablada, danza y música. Después de los párodos –el canto de entrada del coro de ancianos persas– siguen las salidas a escena de los actores, los llamados episodios, alternados con los estásimos, los cantos del coro cuando este no se mueve. El coro constituye el elemento continuo, los actores se añaden como relatores o como personajes. La obra, escrita principalmente en los versos líricos del anapesto y el jónico –un metro que se percibía como oriental– termina con un canto lastimero alternado entre el coro y Jerjes, con elementos de danza mimética como pueden dar a entender los golpes en el pecho y la arrancadura de cabellos. Aunque la obra ofrece algunas innovaciones en la práctica dramática que prevalecía en aquel entonces –por ejemplo, la introducción de un segundo actor y la revalorización de la palabra hablada– todavía conserva características antiguas debido al predominio del coro. Precisamente en sus cantos lastimeros todavía es claramente perceptible de dónde proviene el género de la tragedia: del canto fúnebre en la tumba de un héroe en el marco del culto extático-orgiástico a Dionisio.
Planteamientos de interpretación
- Los persas, la tragedia más antigua que se ha conservado en la historia de la literatura, trata de la devastadora derrota de los persas en la batalla de Salamina contra los griegos en el año 480 a. de C. Por consiguiente, la obra es uno de los pocos dramas antiguos que han escenificado la historia contemporánea y no material mítico.
- Esquilo no describió el conflicto bélico desde el punto de vista de los griegos, sino desde la perspectiva de los persas, que se convierten aquí en héroes trágicos. Exhortó a sus contemporáneos a empatizar con el destino del enemigo vencido, sin arrogancia y sin alegrarse del mal ajeno.
- Sin embargo, pese a toda la empatía, la obra todavía puede leerse como una glorificación de Atenas, que en ese momento tenía una posición importante pero todavía no hegemónica en la región. El sueño de Atosa de un valiente halcón que ataca y maltrata a un águila indefensa es una parábola de la heroica y pequeña Atenas y el gigante y satisfecho imperio de los persas.
- Esquilo proporciona en la obra el fundamento ideológico de la polis ática. El sueño de Atosa de las dos mujeres sometidas al yugo por Jerjes expresa la incompatibilidad de las dos culturas políticas: en contraste con el enorme imperio persa gobernado por un rey dios, Esquilo esboza la imagen de Atenas, la polis pequeña, democrática y amante de la libertad.
- La obra tiene rasgos de una ética del sufrimiento: todo sufrimiento es, según Esquilo, enviado por los dioses, donde los dioses y el destino son en gran medida lo mismo. La libertad de acción del hombre es estrecha. Detrás de todos los acontecimientos está la justicia del dios Zeus, lo que descarta los sucesos fortuitos. Idealmente, el sufrimiento humano no conduce a la desesperación o a la resignación, sino a la comprensión.
- El autor también denuncia la inclinación del hombre a la arrogancia de pasar por alto a los dioses, por ejemplo, cuando Darío culpa a su hijo por el desastre en la medida en que este se atrevió a franquear el sagrado Helesponto. No obstante, el propio Jerjes no muestra ninguna comprensión de su comportamiento erróneo. Hace responsables del desastre a los dioses celosos y a los malos espíritus y, al final, se hunde en la autocompasión.
Antecedentes históricos
La democracia ática contra el despotismo persa
En el transcurso del siglo VI a. de C., los lidios habían conquistado una serie de semilleros griegos en la parte occidental de Asia Menor. Cuando el imperio lidio cayó en manos de los persas, los nuevos amos obligaron a las ciudades griegas a pagar tributo. Estas se rebelaron contra esta medida en el año 500 a. de C. La rebelión terminó en 494 a. de C. con la victoria de los persas y la destrucción de la rica ciudad comercial de Mileto. A fin de castigar a Atenas por su apoyo a los rebeldes y extender más hacia occidente su propio dominio, el rey persa Darío I envió un ejército a Grecia en 490 a. de C. Sin embargo, a pesar de su inferioridad numérica, los griegos vencieron a los invasores persas en la batalla de Maratón.
Darío murió en 486 a. de C. Su hijo y sucesor Jerjes I emprendió nuevamente una campaña contra los griegos en 480 a. de C. Solo una pequeña fuerza armada, capitaneada por Atenas y Esparta, se opuso a su enorme ejército. Después de una encarnizada lucha en las Termópilas, los persas lograron llegar hasta Atenas, incendiaron la ciudad y saquearon la Acrópolis. Pero la flota griega todavía estaba en condiciones para combatir. Con maniobras engañosas, el general griego Temístocles atrajo a la flota enemiga, que era muy superior, al estrecho entre la isla de Salamina y el continente. Allí, los pesados barcos persas se obstruyeron mutuamente y no pudieron repeler los ataques de las naves griegas más pequeñas y ágiles. Después de la fulminante derrota en la batalla de Salamina, el ejército y la flota de Jerjes se retiraron a Asia Menor.
La victoria les proporcionó a los griegos material para una exaltación mítica de su pasado reciente en palabras e imágenes. El triunfo de Atenas sobre el gigantesco imperio persa obtuvo de esta manera algo atemporal y fundamental y adquirió una gran importancia para la identidad propia de la polis en su camino a convertirse en la potencia rectora griega. En las guerras griegas, no fue solo un Estado el que venció a otro, sino que también una forma de Estado triunfó sobre otra: la democracia sobre el despotismo. Con la victoria sobre el ejército de tierra persa en la batalla de Platea en el año 479 a. de C., se selló definitivamente el fin de la invasión persa.
La polis de Atenas asumió el papel dirigente en las guerras persas. Como consecuencia, Atenas ascendió al poder hegemónico en la zona griega. Siguió una edad de oro que llegó a su auge durante el reinado de Pericles.
Origen
En el año 476 a. de C., Frínico, el precursor y competidor de Esquilo, había utilizado por primera vez el tema de la derrota de los persas en la batalla de Salamina y el luto de las mujeres persas por sus esposos caídos en su obra Las fenicias. Cuatro años después de Las fenicias, Esquilo, que había luchado personalmente en las batallas de Maratón y Salamina, volvió a llevar el tema al escenario. Cuando escribió su tragedia Los persas en 472 a. de C., Esquilo tenía ya más de 50 años y era un autor teatral con experiencia. Como se explica en un escrito secundario anterior a Los persas, estructuró su drama según el modelo de la tragedia de Frínico e incluso tomó como cita el verso inicial de Las fenicias.
Al igual que casi todas las tragedias griegas, Los persas fue resultado de la transformación de una versión anterior del mismo material. Sin embargo, Esquilo no elaboró una pura paráfrasis del original, sino que creó algo completamente nuevo. Por ejemplo, mientras que en Frínico un mensajero trae al principio la terrible noticia de la derrota de los persas, Esquilo pospone este momento, lo que proporciona a la obra un suspenso que no tenía la versión anterior del drama. También le imprimió al material una dimensión religiosa que probablemente no tenía la obra original, la cual no se conservó.
Los persas constituye la segunda obra de una tetralogía, a la que, además de los dramas perdidos Fineo y Glauco Potnieus, también pertenecía el drama satírico Prometeo Pyrkaeus. Sin embargo, se considera poco probable que las cuatro obras tuvieran una relación en cuanto al contenido. La obra Los persas se estrenó en Atenas en 472 a. de C. en el marco de las Dionisias Urbanas –festival en honor del dios Dionisio– poco menos de ocho años después de la batalla de Salamina.
Historia de la influencia de la obra
Esquilo ganó el primer premio del festival con la tetralogía de la cual formaba parte Los persas. Una segunda representación de la obra en 470 a. de C. en Siracusa también alcanzó un gran éxito. La obra fue muy popular durante el imperio romano y el bizantino, que también se involucraron en guerras contra los persas, así como en la Grecia actual. El drama influyó en la obra de los poetas ingleses Percy Bisshe Shelley y T. S. Elliot.
En la actualidad, la obra se sigue representando regularmente en los escenarios teatrales. Tanto la Guerra del Golfo de 1990-1991 como la guerra de Irak del 2003 motivaron a los directores de Europa y Estados Unidos a volver a poner en escena la obra.
Sobre el autor
Junto con Sófocles y Eurípides, Esquilo es uno de los tres grandes poetas de la tragedia antigua. Como sucede con muchas personalidades de la Antigüedad, se sabe poco acerca de su vida. Se conocen algunos detalles a partir de las comedias de Aristófanes, cuyas anécdotas muy probablemente son exageradas o incluso inventadas. Esquilo nació en 525 a. de C. en Eleusis, como hijo del noble Euforión. A los 25 años participó por primera vez con una tragedia en las Dionisias Grandes (o Urbanas). En total escribió alrededor de 90 obras para la competencia de poetas, la cual ganó al menos cinco veces. El trabajo del poeta trágico fue más allá del de un autor: Esquilo era poeta, director, coreógrafo y, a menudo, actor. Se han conservado completas siete de sus obras: Los persas, Los siete contra Tebas, Las suplicantes, Prometeo encadenado, Agamenón, Las coéfares y Las euménides. Con frecuencia, Esquilo ha sido considerado como el primer verdadero poeta de la tragedia. Según Aristóteles, revolucionó el teatro al utilizar dos actores en lugar de solo uno, lo que permitió diálogos más dinámicos. Además de su trabajo como dramaturgo, Esquilo también se involucró en asuntos de Estado: en 490 a. de C. participó en la batalla de Maratón y, en 480 a. de C., en la de Salamina. En ambas batallas, los griegos combatieron contra los persas. Desde 468 a. de C., apareció en Atenas Sófocles, el competidor más importante de Esquilo, y le causó algunas derrotas. Esquilo también representó sus obras fuera de Atenas. En 456 a. de C., murió en uno de esos viajes, en Gela, Sicilia. Según la leyenda, lo mató una tortuga que arrojó un ave de rapiña para romperla sobre su cabeza calva.
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Comentarios sobre este resumen
LA BATALLA DE SALAMINA ES UNA DE LAS MAS POPULARES Y CONOCIDAS DERROTAS DE LA VIDA PERSA , DESPUES DE LA MUERTE DE DARIO SU HIJO JERSES QUIEN TOMA LA BATUTA DE DE TAL IMPERIO QUIERE GLORIFICAR Y VENGAR UNA DERROTA ANTERIOR A MANOS DE LOS ATENENSES DESAFORTUNADAMENTE LA ESTRATEGIA EN EL CAAMPO DE BATALLA ES SUMAMENTE SOMERO POR LO QUE SE LLEVA UNA DE LAS DERROTAS MAS GRANDES DE LA HISTORIA DE PERSIA DONDE SUS GUERREROS MAS JOVENES PIERDEN LA VIDA DE MANERA BRUTAL Y DESPIADADA.
CABE MENCIONAR QUE EL ENFOQUE Y LA MANERA EN QUE ESQUILO NARRO LA HISTORIA ES MERAMENTE TERCIARIO EN SU OBRA DANDO UN MENSAJE A SU LECTOR UNICO DE COMO SOPORTAR EL SUFRIMIENTO PASA LO QUE PASE Y SOBRE TODASLAS COSAS YA QUE SI UNO VA EN CONTRA LOS RESULTADOS SON CATASTROFICOS.
SIN LUGAR A DUDA UNA DE LAS HISTORIAS CLASICAS DE MAYOR RENOMBRE QUE A MI PUNTO DE VISTA HA SIDO DE LAS MEJORES QUE HE LEIDO Y QUE SIN LUGAR A DUDA VOLVERIA A LEER