El arte de decir no

¿Es usted la persona a quien otros acuden?

He aquí un dilema común: un amigo le pide ayuda y usted acepta. Los 10 o 15 minutos de su tiempo que su amigo solicitó resultan ser más cercanos a una hora. Se siente bien por haber ayudado, pero también se siente mal: podría haber usado ese tiempo en algo importante que necesitaba completarse. Ahora, está más atrasado y puede que se sienta como un tonto.

Poco después, otro amigo hace una petición similar y, por ser amable, pierde otra hora de trabajo. Ahora, está aun más atrasado. Desafortunadamente, esto a menudo se convierte en un patrón. En un esfuerzo por ser amable, usted asume el papel de una persona que siempre hace favores a los demás. Como resultado, usted puede terminar resentido con las personas que le piden una mano, y enojarse consigo mismo por haber renunciado al tiempo que necesitaba para sí. He aquí una sencilla verdad: cada vez que usted dice sí a alguien más, se dice no a sí mismo. Afortunadamente, hay una manera productiva para salir de este aprieto: aprenda a decir no con aplomo, gracia y tacto... y sin culpa.

Proteja su tiempo.