El elefante en la sala de juntas

Líderes “malos, tristes y coléricos”

Los líderes malos son ubicuos. Adoptan muchas formas: destructivos, malintencionados, malévolos, compulsivos, incompetentes, egocéntricos, psicópatas, vengativos y más. Esos líderes fracasan con frecuencia y, cuando lo hacen, cuestan millones a sus empresas. En su caída, perjudican o incluso destruyen las empresas que, se suponía, debían dirigir. ¿Cómo logran hacerse contratar esos malos líderes? ¿Por qué los consejos, los presidentes y directores ejecutivos o los altos ejecutivos no pueden ver las tendencias destructivas de esos candidatos antes de otorgarles un cargo de poder?

La razón es simple: la mayoría de los líderes que se descarrían tiene antecedentes superlativos; son carismáticos, inspiran confianza e impresionan a los demás con un historial de éxito. Algunos ejecutivos con desórdenes de la personalidad ascienden debido a sus problemas, no a pesar de ellos. Como resultado, los seleccionadores no descubren sus problemas psicológicos, morales o de comportamiento. Por lo general, los seleccionadores no buscan los aspectos negativos de la personalidad de un candidato, sino que se centran en su experiencia, competencia y logros...