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Un peluquero se convierte en defensor de la ecología

En marzo de 1989, Phillip McCrory, un peluquero de Madison, Alabama, se horrorizó, como todos, con el derrame de 42 millones de litros de petróleo del Exxon Valdez en la Bahía del Príncipe Guillermo, Alaska. McCrory vio el noticiero de la CNN que mostraba a un socorrista que intentaba en vano limpiar el petróleo del pelaje de una nutria desesperada. El petróleo parecía casi pegado químicamente al pelaje. Entonces, una luz proverbial se encendió en la mente de McCrory: “Si el pelaje del animal puede atrapar y retener petróleo derramado, ¿no ocurriría lo mismo con el cabello humano?”. Como era peluquero, sabía que la mayoría de los salones de belleza recoge del suelo alrededor de medio kilo de cabello al día, por lo que “millones de kilos” terminan en vertederos. Se le ocurrió la brillante idea de recogerlo y usarlo para contener derrames de petróleo. Para probar su teoría, McCrory reunió dos kilos y medio de cabello en su salón. Rellenó unas pantimedias con el cabello y ató la parte de los pies entre sí para formar un anillo. Lo puso a flotar en una piscina de plástico y vertió aceite de motor en el centro. El...