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Carmen

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Carmen

Ópera en cuatro actos

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12 Take-aways
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Was ist drin?

Probablemente la ópera más popular del mundo: una historia de amor sin final feliz.


Clásico de la literatura

  • Drama
  • Realismo

De qué se trata

Amor, libertad y muerte

Carmen es indiscutiblemente la obra maestra de Georges Bizet. La creó en su trigésimo sexto año de vida, que también fue el año de su muerte. Pero esta ópera lo inmortalizó. Basada en la novela del mismo nombre de Prosper Mérimée, se produce una representación escandalosamente realista de amor y poder. En Sevilla, la atractiva gitana Carmen, una mujer segura de sí misma y con muchos admiradores, encuentra en el soldado don José a un hombre que se enamora irremediablemente de ella, pero que también la limita con su amor. En conflicto entre su libertad y este amor, se decide por la libertad, con consecuencias mortales. En 1875, la ópera, situada en un ambiente de soldados, trabajadoras, contrabandistas y gitanos, con una escandalosa figura femenina en el centro, trajo nuevas clases sociales al escenario musical, y probablemente por eso fracasó al principio. Pero la obra se repuso rápidamente de este comienzo y, no solo gracias a su extraordinaria calidad musical, se convirtió en una de las óperas más representadas del mundo.

Ideas fundamentales

  • Carmen, la última ópera del niño prodigio de la música, inmortalizó al compositor.
  • La ópera Carmen, rica en melodías y escandalosamente realista y moderna, fracasó al principio pero muy rápidamente se convirtió en un éxito mundial ininterrumpido.
  • Los protagonistas pertenecen a la clase baja o bien a los marginados de la sociedad, algo absolutamente novedoso en el género operístico.
  • La bella y seductora gitana Carmen conoce bien su efecto en los hombres, disfruta de su libertad y no quiere que el amor la limite.
  • Como muchos otros, el sencillo e inexperto cabo don José también está entusiasmado con Carmen.
  • En el ambiente estimulante de vino y baile de una taberna, Carmen hace que el cabo pierda la cabeza definitivamente.
  • Al mismo tiempo, el torero Escamillo, seguro de sí mismo, la impresiona fuertemente.
  • Don José deserta por amor a Carmen y se decide por la vida libre y salvaje de los contrabandistas; se compromete a vida y muerte con Carmen.
  • Cuando don José y Escamillo se reconocen como rivales por el favor de Carmen, sacan las navajas. Pero el torero aplaza la disputa para el día de su siguiente corrida de toros.
  • Carmen aparece en la corrida del brazo de Escamillo. Como don José ya no la puede recuperar, frenético de celos, la mata a puñaladas.
  • Después de la detallada preparación del libreto, estando gravemente enfermo, Bizet escribió la partitura en solo tres meses.
  • Con su trágico final y su realismo social y psicológico, Carmen dejó muy atrás el género de la opére comique (ópera cómica).

Resumen

Acto I. Un hombre entre dos mujeres

Es evidente que estamos en medio de España: la música vivaz y muy rítmica de instrumentos de viento y triángulos del preludio de la orquesta transmite la atmósfera festiva de una fiesta, la “Marcha de los toreros”, como tercer tema en los oscuros instrumentos de cuerda, evoca el motivo trémolo de la suerte de Carmen. La escena: una plaza reluciente de calor; en un lado, una fábrica de tabaco y, frente a ella, la guardia de la gendarmería de dragones. El coro de dragones y su cabo Morales (barítono) contemplan la ajetreada confusión en la plaza.

Una mujer joven les llama especialmente la atención: Micaela (soprano), que busca al cabo don José (tenor), que debe llegar con el siguiente cambio de guardia. Micaela desaparece otra vez. Después de una señal de trompeta, desde lejos se acerca el cambio de guardia. Unos golfillos bailan cerca del flautín; en oposición, está el motivo de trompeta. Los golfillos parodian en coro el ritual militar del cambio de guardia. Ambos cuerpos de guardia se forman frente a frente. Morales informa a don José de la joven que preguntó por él. Después sigue el cambio de guardia, otra vez el coro de niños parodia la escena y hay acompañamiento musical.

“Con la guardia montada llegamos, aquí estamos…”

El teniente Zúñiga (bajo) se informa con don José si las mujeres de la fábrica de tabacos de enfrente son jóvenes y hermosas. Entonces suena la campana de la empresa. Deambulan por ahí algunos hombres jóvenes que esperan a las trabajadoras. Estas aparecen de inmediato y, en una canción ligera como un vals, comparan el humo de los cigarrillos que arrojan al aire con las declaraciones de amor de los jóvenes.

“El amor es un pájaro rebelde, al que nadie puede domar y es en vano llamarlo si él no quiere venir””.

Un abrupto acorde anuncia la entrada en escena de Carmen (mezzosoprano). Enseguida, los jóvenes la rodean y le preguntan a cuál de ellos le quiere corresponder. Don José se sale de la guardia y escucha con atención la habanera de Carmen “L’amour est un oisseau rebelle” (el amor es un pájaro rebelde), al que no se puede domar fácilmente ni someter a ninguna ley. A coro, los jóvenes le piden atención a Carmen. Pero ella se inclina por el mudo don José. La orquesta interpreta una especie de interludio del motivo de la suerte de Carmen. En ese momento, las trabajadoras repiten en tono burlón el inicio de la habanera de Carmen.

La campana de la fábrica vuelve a sonar, las jóvenes mujeres abandonan la plaza. Don José recoge enojado del suelo una flor que Carmen hábilmente dejó caer, precisamente, delante de él. Fue el único que no se esforzó por su atención. Micaela se acerca a él y le entrega una carta de su pueblo natal, un poco de dinero y un beso de reconciliación de parte de su madre.

“A mi madre veo… ¡Sí, vuelvo a ver mi aldea! ¡Oh, recuerdos de otros tiempos! ¡Dulces recuerdos del hogar”!

Por su parte, don José se acuerda, soñador, de su juventud. De eso, se desarrolla un largo dueto entre ambos. Don José lee en la carta que su madre le sugiere que se case con Micaela. Él retoma la melodía de Micaela, pero la manda de regreso a casa con saludos para su madre. Por lo menos se alegra de que ella apareciera justo a tiempo, antes de que se dejara arrastrar por el hechizo de la gitana Carmen.

Acto II. Una mujer entre dos hombres

En la fábrica, estalla de pronto un conflicto. Las trabajadoras informan nerviosas de una pelea entre Carmen y Manuela. El teniente Zúñiga envía a don José con dos soldados a la fábrica. Saca a Carmen, que cortó en la frente a Manuela con un cuchillo. Interrogada al respecto, Carmen solo tararea burlonamente una melodía frente a él. Zúñiga le ordena a don José que ate y se lleve detenida a la gitana. Ella se queja de que las ataduras están muy apretadas y le pide en susurros a don José que la deje escapar. Aunque él la rechaza, es seguro el efecto embriagador de ella sobre él.

“Córtenme, quémenme, no diré nada […] Puedo con todo, fuego, hierro y el propio cielo””.

Aparentemente sin intención, empieza a tararear una sonora canción andaluza en compás de vals, en la que cuenta cómo pasa ella el tiempo los domingos cerca de las murallas de Sevilla con bailes, vino y amigos y que todavía está en espera de un caballero que le haga compañía. Los instrumentos de arco tocan música de acompañamiento que recuerda a una guitarra. Don José le pide a Carmen que se calle, pero ya está afectado por su hechizo. En la orquesta domina cada vez más el tema del vals, tocado por seductores instrumentos de viento de madera y la tierna caricia de los violines. Carmen y don José se citan afuera de las murallas para bailar, beber vino y estar con amigos o, al menos, eso le promete Carmen. El soldado le afloja las ataduras. Entonces aparece Zúñiga, con la orden de detención. Carmen recuerda una vez más su habanera y, después de un empujón fingido contra don José, huye.

Un mes más tarde, el acto continúa precisamente donde Carmen y don José se citaron, en la taberna de Lillas Pastia, frente a las puertas de Sevilla. Pero él no acude a la cita, ya que don José ha estado encarcelado durante un mes por su “descuido”. Hoy, Carmen se encuentra en la taberna con sus amigas gitanas Mercedes (soprano) y Frasquita (soprano), y en compañía de otras dos muchachas. También están ahí el teniente Zúñiga y algunos de sus camaradas dragones.

“Cerca de las murallas de Sevilla, iré donde mi amigo Lillas Pastia, ¡iré a bailar la seguidilla y a beber manzanilla”!

Con solo pocos instrumentos que tocan lentamente, suena al principio una música de marcha y, después, una rítmica canción gitana. Con esa melodía, Carmen empieza a cantar y después se intensifica en un arrebato musical casi extático. Al final, las mujeres bailan junto con ella. Lillas Pastia exhorta amablemente a los oficiales a marcharse. Züñiga invita a las mujeres al teatro. Ellas le agradecen, pero no aceptan, con el pretexto de que don José fue castigado por culpa de Carmen. Zúñiga responde que hoy sale libre don José. Carmen solo se encoge de hombros.

“Los gitanos tocan obsesionados con fuerza sus instrumentos y ese magnífico alboroto de sonido ¡embruja a las gitanas”!

Se aproxima una procesión de antorchas. Festejan al torero Escamillo (barítono o bajo). Zúñiga invita al torero y a sus amigos a la taberna. Escamillo se lo agradece con un cuplé y compara el valor del torero en la arena con el de los soldados en el campo de batalla: “Toréador, en garde” (Toreador, en guardia). Todos unen sus voces a coro y repiten el refrán: el máximo premio de un torero victorioso es la impetuosa mirada de la amada. El tabernero presiona otra vez a los soldados y al torero para que se retiren.

Escamillo se quiere poner de acuerdo con Carmen para una cita. Carmen deja abierto si acudirá a la cita. Bajo los tonos de la Marcha del torero, todos los hombres se alejan. Dos contrabandistas, Dancaïre (tenor o barítono) y Remendado (tenor), entran en la taberna. Por la noche, quieren bajar a tierra mercancía de contrabando y les piden apoyo a las mujeres. Mercedes y Frasquita contestan afirmativamente, Carmen se niega, tiene la intención de hacer algo mejor esa noche: ver a su amado. Eso deja boquiabiertos a los demás.

“Torero, en guardia […] y piensa, al torear, que unos ojos negros te miran y que el amor te espera””.

Desde lejos, se escucha cómo se acerca don José con una alegre marcha. Dancaïre le pregunta a Carmen en susurros si el soldado querría tal vez unirse a los contrabandistas. Don José entra y repite su canción sin música de acompañamiento. Para ponerlo celoso, Carmen menciona que bailó mucho rato para el teniente Zúñiga. Pero entonces baila solo para don José, y este la contempla extasiado. Carmen se acompaña a sí misma con el sonido de las castañuelas. Entonces, suena la señal para el toque de retreta. Cumplidor, don José quiere seguir el mandato, pero Carmen se burla de él por eso.

“La flor que me aventaste, conmigo estuvo en mi prisión; seca y marchita, esta flor siempre mantuvo su dulce aroma […]””.

Las fanfarrias del toque de retreta resuenan contra al sonido de las castañuelas de Carmen. Ella, lo deja claro, no ha bailado tanto para él solo para que ahora se vaya corriendo. Don José responde con una candente confesión de amor: ha llevado consigo la flor que ella le dio, aunque hace mucho que se marchitó. La gitana no le cree y dice que, si él realmente la amara, tomaría su parte del botín de los contrabandistas y se iría con ella a vivir libremente en la soledad de la montaña, en lugar de dejarse mangonear. El acompañamiento de orquesta suena en un ritmo galopante y, al final, se unen las voces de ambos. Pero don José no se decide a desertar. Después de un breve y fuerte acorde, él se suelta abruptamente. Carmen quiere echarlo, él llega hasta la salida y entonces llaman a la puerta.

Zúñiga aparece para la cita con Carmen, pero ella se encuentra ahora con el cabo, en lugar de con un teniente como él. Está indignado. Don José no quiere irse. La orquesta toca agitada y fuertemente. Carmen no puede impedir una pelea. La inesperada presencia de Zúñiga estorba los planes de los contrabandistas, así que lo encierran provisionalmente en el sótano. Zúñiga no opone resistencia, pero amenaza a don José con una represalia. Carmen consigue que se ponga del lado de los contrabandistas y todos elogian su vida libre y sin ataduras.

Acto III. Dos mujeres y dos hombres

La atmósfera en el campamento de los contrabandistas es muy calmada. Para iniciar, la flauta presenta un tema tranquilo que después será retomado con brío por las cuerdas. Carmen y don José participan en las actividades nocturnas de los contrabandistas.

“Dije que nada me espantaría, dije ¡ay! que respondería de mí, pero, aunque pretenda ser valiente, en el fondo de mi corazón, me muero de miedo…”

No lejos del campamento, se encuentra el pueblo de nacimiento del soldado desertor. Carmen se burla de que don José siga pegado a las faldas de su madre. Es posible que ella haya cambiado de opinión respecto a él. Don José es tan celoso que sería capaz de matarla, si ella lo permitiera.

Mercedes y Frasquita se entretienen leyendo su suerte en las cartas. Carmen se acerca. Echa las cartas para ella: “Diamantes, espadas… ¡la muerte!” La orquesta interrumpe el ambiente, hasta ahora pacífico, con un acorde corto y enérgico. Acompañada por una marcha fúnebre, Carmen prevé su propia suerte y la de don José. Primero ella muere y, luego, él también.

“Me pides lo imposible. Carmen nunca ha engañado; su alma permanece inflexible. Entre tú y ella, todo terminó””.

Los contrabandistas han visto a tres aduaneros. Las mujeres prometen distraerlos. Ellos se alegran por su primera “batalla” y se alejan con una alegre marcha. Micaela aparece con un guía de montaña, que la deja en este lugar salvaje y abandonado. Está llena de miedo y preocupación por don José, al que ama. Ahora debe verlo deshonrado, en compañía de los contrabandistas y seducido por esa “mujer endemoniada” de Carmen. Cuando lo encuentra, se esconde detrás de una roca.

De pronto se oye un disparo. De la oscuridad surge el torero Escamillo. Don José le da la bienvenida ingenuamente. Escamillo dice, sin darle más vueltas, que está en busca de su amada gitana y se burla de su “soldado galante”. Pronto, ambos se reconocen como rivales y se retan a un duelo con navajas. La orquesta completa acompaña la pelea con acordes breves y estridentes. Carmen y Dancaïre los separan. El casi derrotado Escamillo les pide a todos los presentes que vayan a su próxima corrida en Sevilla. Se aleja lentamente, acompañado solo por un chelo que toca la Marcha del torero, un débil eco de su triunfo anterior.

“Carmen jamás cederá; libre nació y libre morirá””.

No hay tiempo para una pelea entre Carmen y don José, pues el jefe de los contrabandistas Dancaïre los urge a partir. Entonces, descubren a Micaela en su escondite. Ella le pide a don José que se acuerde de su madre y que regrese a casa. Carmen también considera que eso es lo correcto, ya que don José no sirve para contrabandista. Herido en su honor y celoso de Escamillo, en un arrebato sentimiental, une su suerte con Carmen a vida y muerte. Solo para reconciliarse con su madre moribunda, se separa brevemente de Carmen.

Acto IV. Las cartas no mienten

Una música rítmica, con matiz español mediante panderetas, castañuelas, cuerdas pulsadas y guitarras, acompaña el ambiente festivo de la plaza de toros. La multitud se abastece con abanicos, refrescos y cigarrillos. En una larga escena coral, entran los banderilleros, los picadores y finalmente los toreros, acompañados de la Marcha del torero y los vítores del coro. Escamillo le promete a Carmen, que lo acompaña radiante, que hoy podrá sentirse orgullosa de él. Ella responde que solo lo ama a él. Frasquita aconseja a Carmen que mejor se vaya, porque don José se oculta en algún lugar entre la multitud. Pero Carmen no le teme al soldado. Luego, ambos quedan directamente frente a frente.

Don José le pide repetidamente a Carmen que empiece, lejos, una nueva vida a su lado. Pero Carmen ya no lo ama y se aferra a su decisión por la libertad. En el ruedo suenan, mientras tanto, coros y fanfarrias: el toro fue vencido. Don José amenaza a Carmen con matarla a puñaladas si no lo sigue. Bajo vítores provenientes del ruedo, Carmen le devuelve su anillo a don José. Cuando, desde adentro, estalla triunfal el grito de “Toreador, en guardia”, don José apuñala a su amada. La orquesta toca cada vez más fuerte el motivo trémolo de la suerte de Carmen. Cuando termina la Marcha del torero y los espectadores salen en masa del ruedo a la explanada, don José se deja apresar, sin oponer resistencia.

Acerca del texto

Estructura y estilo

La ópera Carmen está estructurada en cuatro actos, aunque también se presenta en tres actos, en cuyo caso, el último acto se divide en dos escenas. Para cada acto existe una breve introducción de la orquesta que anticipa algunos temas musicales de la ópera. Una peculiaridad de Carmen son los diálogos hablados, que contienen importantes pasajes dramatúrgicos y de contenido y exigen algunas dotes interpretativas de los cantantes. Carmen es, ciertamente, una de las pocas grandes óperas que se cantan en francés. Aunque Georges Bizet nunca visitó España, lo “andaluz” está musicalmente muy presente en Carmen desde el principio. Bizet estaba familiarizado con las canciones populares españolas y la música de los gitanos andaluces, y las recreó y transformó de manera extraordinaria. La melodía de la famosa Habanera de Carmen (“L’amour est un oiseau rebelle”, “el amor es un pájaro rebelde”) proviene del compositor sudamericano Sebastián Iradier, quien también compuso la canción La paloma. La instrumentación con panderetas, castañuelas y triángulos posibilita también la producción de un colorido español y gitano. En Carmen, la orquesta tiene más que solo una función de acompañamiento y caracteriza a personajes independientes y muy matizados, así como sus sentimientos y estados de ánimo del momento, y también, según cada situación, el ardor, la desenvoltura y el apasionamiento del Sur.

Planteamientos de interpretación

  • En cuanto a género, Carmen comienza como una opereta y a continuación se desarrolla cada vez más fuerte hasta convertirse en una ópera trágica. De esa manera, Bizet implementa dentro de su obra una ruptura con la opéra comique (ópera cómica), con la que hasta entonces había estado comprometido, y que también era representativa del repertorio francés del siglo XIX.
  • En Carmen, Bizet introdujo por primera vez clases sociales bajas, como contrabandistas, soldados y gitanos, como personajes principales en el escenario operístico. Sus contemporáneos consideraron a estos personajes como “gentuza” y por eso rechazaron la ópera en un principio. Esta reacción habla del realismo de la obra.
  • De un realismo aún más escandaloso es la propia protagonista: Carmen es una mujer llena de pasiones y caprichos que solo hace lo que quiere. Totalmente consciente de su atractivo, juega con el amor y los hombres hasta sus últimas consecuencias. De acuerdo con los clichés de los papeles femeninos, ella solo puede ser ramera o bruja. La santa, el personaje opuesto de la imagen de la ramera según los clichés de los papeles femeninos, está personificada en la ópera por Micaela.
  • El personaje principal masculino es el débil e inexperto don José, que continuamente busca compromisos: cumplidor, como soldado, sigue el toque de retreta, como hijo, el llamado de la madre y lo abruma la pasión de la mujer fatal fuerte.
  • El conflicto básico de la ópera no es un mero juego acerca de quién recibe el amor de quién. Se trata de las relaciones de poder entre una mujer fuerte y los hombres. Carmen no se deja llevar nunca por el conocimiento de su suerte, sino que lo maneja con plena conciencia. Finalmente, esta lucha por el poder termina en una cruda y brutal violencia.

Antecedentes históricos

La tradición de la opéra comique

Una opéra comique (ópera cómica) no tiene que ser necesariamente humorística. La denominación se creó como nombre genérico sobre todo para disociarla de la tragedia lírica, la eminente ópera de la corte que, en la Francia del siglo XVIII estaba reservada para la nobleza. En esa época, la ópera cómica existía más bien como obras de entretenimiento convencionales para la burguesía y se consideraba incluso como un asunto de feria con canciones alegres y abundantes bailables, algo similar a los musicales actuales. Esta comparación también se puede extender al contenido: al igual que en los musicales, los temas eran más bien sentimentales y no necesariamente cómicos.

Los comediantes conocían la ópera bufa italiana de la tradición de la commedia dell’arte (comedia del arte). Con frecuencia, estos brillaban por tener un nivel artístico superior. La Flauta mágica de Mozart contiene elementos cómicos bufos típicos, sobre todo, en la figura de Papageno. Este entretenimiento de grandes pretensiones influyó, pues, en la ópera cómica del siglo XIX. Un ejemplo es Los cuentos de Hoffmann (1881) de Jacques Offenbach. En ese tiempo, también se intentó reemplazar el concepto ambiguo de “ópera cómica” por “drama lírico”.

A partir de la tragedia lírica, con sus temas histórico-mitológicos y su formato en cinco actos, se desarrolló en Francia la Grand opéra (gran ópera), representada principalmente por el compositor alemán-francés Giacomo Meyerbeer (Los hugonotes, 1836). Finalmente, ambas formas circularon juntas cada vez más, también en Bizet: su Carmen empieza como una ópera cómica, pero termina en tragedia.

Origen

Desde el verano de 1872, los experimentados escritores teatrales y libretistas Henri Meilhac y Ludovic Halévy elaboraron para Bizet el libreto de la ópera, sobre la base literaria del relato Carmen (1845) de Prosper Mérimée, uno de los escritores franceses de novelas cortas más importantes del siglo XIX.

El manejo del libreto coincide en lo esencial con la novela corta de Mérimée; el desarrollo escénico solo se condensó un poco para la ópera (en la novela corta, Carmen y don José viven juntos por un periodo en las montañas, antes de que la gitana empiece a burlarse de don José).

Bizet participó en la escritura del libreto, y el trabajo se extendió a continuación hasta principios de 1874. Entonces empezó la composición, la cual tuvo que interrumpir varias veces, debido a diferentes circunstancias. Entre estas, estuvo gravemente enfermo durante un tiempo.Por ello, escribió la mayor parte de la extensa partitura en solo tres meses.

Historia de la influencia de la obra

El preestreno de Carmen frente a un público furioso, conformado por artistas, críticos e invitados, fue una amarga decepción para Bizet. Como músico y compositor sinfónico exitoso desde su juventud, no logró el éxito que hasta entonces habían tenido sus obras de teatro, de corte divertido. Había puesto grandes esperanzas en Carmen.

Pero tanto en el preestreno como en el estreno, la ovación fue cada vez más escasa en cada acto y, al final, fue incluso gélida. Al público le pareció extraño el realismo de la ópera y el tema “antisocial”; nadie se había atrevido a llevar semejantes cosas al escenario operístico. Asimismo, la abierta seducción de la protagonista fue considerada indecente, al igual que la falta de un final feliz.

Después del desafortunado inicio, los libretistas quisieron darle una salida a la historia, pero los cantantes lo impidieron. La opinión sobre la obra cambió rápidamente. La primera serie de representaciones consiguió 49 respetables repeticiones. Bizet, que falleció tres meses después del estreno, ya no pudo presenciar su suerte. El éxito definitivo de la obra fue su triunfal estreno en Viena, en 1875. Friedrich Nietzsche vio una representación en Turín y se entusiasmó. En lo sucesivo, puso el estilo de Bizet muy por encima del de Richard Wagner.

Carmen se considera hoy día como la ópera más representada a escala mundial y la más apreciada por el público. En Francia, es reconocida como la ópera nacional francesa. Otto Preminger hizo una adaptación moderna del tema en el ambiente de la población afroamericana de Estados Unidos en su película Carmen Jones (1983), que desató un auténtico furor por lo flamenco.

Sobre el autor

Georges Bizet se destacó, desde su juventud, por su talento para la música. Nació en París el 25 de octubre de 1838 en una familia muy musical. Su padre era un renombrado maestro de canto y su madre era pianista. Sus padres le proporcionaron una formación profesional básica en el conservatorio que Bizet terminó con premios y distinciones. Entre sus profesores, se encuentran los notables compositores franceses Charles Gounod y Jacques Halévy, con cuya hija Bizet se casaría más adelante. Las obras operísticas de Gounod le sirvieron de modelo a Bizet. En 1857, ganó el prestigioso Premio de Roma, una distinción que implicaba una beca y una estancia en esa ciudad. Los tres años que pasó en Italia le permitieron profundizar en sus estudios musicales. El joven músico era un pianista célebre y sus composiciones para concierto tuvieron éxito. En cambio, sus óperas recibieron poco reconocimiento. Les pêcheurs de perles (Los pescadores de perlas, 1863) fue la primera gran ópera del artista de 24 años. Se puso en escena en India e incluso hoy se representa esporádicamente. No obstante, la crítica le reprochaba su cercanía con Wagner.A pesar de su juventud, posiblemente debido a una dolencia reumática, el compositor estaba crónicamente enfermo. Después de su participación en la guerra franco-prusiana en 1870 y 1871, Bizet empezó a trabajar en Carmen, en 1872. El día del estreno, el 3 de marzo de 1875, Bizet fue nombrado caballero de la Legión de Honor. Aún así, como ya se mencionó, Carmen fue considerada por el público del estreno como escandalosa y fue rechazada al principio, por lo que Bizet calificó el estreno como un día fatídico. Sin embargo, para su suerte, la ópera se convirtió, posteriormente y de manera relativamente rápida, en un gran éxito. Bizet murió tres meses después en París, con apenas 36 años, el 3 de junio de 1875, como consecuencia de una septicemia. A su funeral y sepelio, en el famoso cementerio parisino Père-Lachaise, asistieron miles de personas. 


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